3 consejos que te servirán para calmar a los niños durante la consulta médica

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¿Alguna vez has visto lo difícil que puede resultar hacerle una radiografía a un niño asustado?

Esta práctica guía de consejos te ayudará a calmar a los niños inquietos en caso de que debas atenderlos en tu consulta o en la sala de emergencias.

Es muy común ver rabietas y escándalos en niños cuando tienen que enfrentar la idea de que van a visitar al médico, no importa si se trata de una consulta de rutina o una emergencia médica.

De hecho, el disparador principal de esta rabieta, que realmente no es una muestra de mala educación por parte de los niños, es realmente el miedo. Los niños suelen estar muy asustados cuando visitan al médico, especialmente si no se trata de su pediatra de confianza.

Por ese motivo, antes de comenzar con la consulta médica debes procurar dos cosas: calmarlo y ganarte su confianza, pues vas a necesitar que él se abra contigo y te hable sobre sus síntomas y algunas de sus actividades rutinarias.

Con el ánimo de dotarte de herramientas, nuestro equipo editorial ha preparado una breve lista con 3 técnicas infalibles para calmar a los niños inquietos durante una consulta médica.

Explícale el motivo de su visita al médico

El principal motivo que lleva a los niños a hacer rabietas durante una consulta es el miedo y el miedo suele derivar de lo que les resulta desconocido.

En efecto, poco sabe un niño de por qué está visitando al médico. Puede estarse preguntando si tiene alguna enfermedad muy mala. Por eso, antes de comenzar con los exámenes médicos o la consulta en sí, lo mejor que puedes hacer es ponerte tomarte un tiempo para presentarte y explicar muy bien el motivo de su visita.

En este punto es importante mencionarle que tu trabajo consiste en curar personas y que el objetivo de su visita contigo es que se pueda sentir mejor más adelante.

Incentiva su curiosidad

Los niños son muy curiosos y siempre quieren respuestas para todo, por eso puedes usar un poco de ciencia para calmarlos y mantenerlos distraídos.

Por ejemplo, si debes tomar la temperatura de un niño, pero este se resiste a dejarse poner el termómetro, puedes contarle un poco sobre el aparato y cómo funciona.

Al mencionarle que el mercurio es un metal que se “mueve” con el calor del cuerpo humano, probablemente quedará fascinado y se dejará poner el termómetro solamente para comprobar lo que acabas de decirle.

Háblale como a un adulto

Esta técnica funciona particularmente bien con niños de entre 4 y 10 años y se trata de hacer que se sientan tomados en serio, lo que va a despertar en ellos un compromiso por portarse bien.

Hacerlo es fácil: en lugar de dirigir tus preguntas únicamente a los padres, puedes probar con dirigir algunas preguntas al niño para indagar sobre sus síntomas o su rutina de vida. Esto hará que se sienta parte de la consulta y necesariamente deba dejar a un lado la rabieta para colaborar contigo en la consulta.

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