• Aunque en México no hay registros oficiales, se estima que existen al menos un millón 300 mil personas con Alzheimer.
• Esta enfermedad neurodegenerativa es la principal causa de demencia en adultos mayores de 65 años.
• A pesar de los progresos en la investigación de este trastorno cerebral, a la fecha aún no existen tratamientos ni cura efectivos.

La lista de enfermedades es infinita y de manera constante aparecen nuevas que ponen en peligro la vida. Al mismo tiempo, hay algunas que durante las últimas décadas han incrementado su incidencia como el Alzheimer. En ese sentido, las principales consideraciones que se deben tomar en cuenta es que hasta la fecha no existe una cura y tampoco se conoce con certeza lo que la genera.

Para poner en perspectiva, se calcula que a nivel global hay más de 60 millones de personas con esta enfermedad neurodegenerativa, por lo que es la más común de su tipo. Mientras que en México, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Salud (SSa), se estima que más de un millón 300 mil habitantes la padecen, cifra que representa de 60 a 70 por ciento del total de diagnósticos de demencia.

El Alzheimer afecta la memoria, el pensamiento y el comportamiento de las personas que la padecen. Es la principal causa de demencia en adultos mayores de 65 años, y aunque son numerosos los progresos en la investigación de este trastorno cerebral, a la fecha aún no existe tratamiento ni cura efectivos.

¿Por qué se han incrementado tanto los casos en el mundo?

Ahora bien, de acuerdo con Ana Seubert Ravelo, quien es investigadora de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM, hay dos motivos por los que se ha incrementado esta enfermedad. El primero es el incremento en la esperanza de vida y el segundo el proceso de envejecimiento que se registra en la actualidad.

Menciona que si bien entre 60 y 80 por ciento de los casos de demencia son ocasionados principalmente por enfermedad de Alzheimer, entre un cinco y 10 por ciento de los de demencia son también por patología vascular (principalmente pequeños infartos cerebrales). Mientras que en una cantidad relevante existe una mezcla de ambas patologías.

Por su parte, la investigadora universitaria precisa que la demencia senil no existe, puesto que la edad por sí misma no es la causa de ello. Puntualiza que el Alzheimer no es algo normal del envejecimiento sino el resultado de cambios complejos en el cerebro que inician años antes de que aparezcan los síntomas y que originan la pérdida de neuronas y sus conexiones.

Con esto en mente, la mayoría de los casos de demencia ocurren después de cumplir 65 años aunque no es una regla general. Aunque en menor medida pero también ocurren casos en adultos jóvenes.

Usualmente los de inicio temprano tienen un componente genético significativo: el historial familiar, padres, hermanos, tíos o abuelos afectados por un gen que se transmite de una generación a otra.

En sus fases iniciales se caracteriza por déficits cognitivos y dificultades para crear nuevos recuerdos. Inicialmente la memoria a largo plazo se conserva, mientras que la de corto plazo es la que se afecta. Además empiezan a dañarse también las funciones ejecutivas, que implica todas estas capacidades de adaptarnos a situaciones novedosas o de alta demanda, comenzamos a ver que la persona pierde la capacidad para tomar decisiones ante situaciones complejas y a disminuir su habilidad de planeación.

Conforme la enfermedad avanza se observan daños en otros dominios cognitivos como la función visoespacial, es decir, la capacidad de decir dónde están los objetos en el espacio, se incrementan las dificultades en la coordinación motora voluntaria, en el lenguaje, la afectación a la memoria se vuelve más prominente.

Principales factores de riesgo

La especialista apunta que existe una serie de factores de riesgo para padecerla. Si bien los principales son la edad y la presencia de ciertos genes de riesgo, hay otros factores que pueden ser modificables. Entre ellos el sedentarismo, obesidad, consumo de comida chatarra, depresión y aislamiento social, tabaquismo, así como traumatismos craneoencefálicos que pudieran generar alguna secuela neurológica.

Por su parte, aunque el envejecimiento es un factor de riesgo, se puede envejecer de manera saludable y aunque esta enfermedad y otras demencias relacionadas no son inevitables en este proceso, es posible retrasarlas y otorgarle a los afectados calidad de vida a través de la actividad física y, desde edades tempranas, favorecer la salud vascular, o sea, disminuir factores de hipertensión y enfermedades cardiacas.

Además, mantener una dieta balanceada como la mediterránea, por ejemplo, alta en pescados blancos, semillas y aceite de oliva, así como mantener un peso saludable y sostener actividad social.

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