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Contaminación del aire, el principal factor de riesgo para una embolia

De acuerdo con un estudio la mala calidad del aire, como la que se tiene actualmente en la CDMX, contribuye a la aparición de embolias

Desde hace algunos meses la Ciudad de México se encuentra sumergida en una seria crisis ambiental debido a la pobre calidad del aire, misma que ha derivado en ciertas medidas que han afectado a todos los ciudadanos de la urbe. Si bien la contaminación del aire nos ha impedido circular libremente con nuestros carros por las calles de la ciudad, existen otras afectaciones que deberíamos tener más en cuenta, por ejemplo, un reciente estudio que demuestra que la contaminación del aire es el mayor contribuyente para las embolias.

De acuerdo con el estudio publicado en the Lancet Neurology la contaminación aérea ha sido catalogada por primera vez como el principal factor de riesgo para producir un accidente cerebrovascular debido al daño que supone no sólo para los pulmones, sino para el corazón y el cerebro, afectaciones que hasta ahora habían sido subestimadas.

“No esperábamos que el efecto fuera de esta magnitud, ni que se hubiera incrementado tanto en el último par de décadas. Nuestro estudio es el primero en demostrar el grande y creciente efecto dañino de la contaminación del aire”, señaló Valery Feigin, director del Instituto Nacional para Embolias y Neurociencias Aplicadas en la Universidad Tecnológica de Auckland.

Se estima que anualmente cerca de 15 millones de personas sufren de una embolia, de los cuales 6 mueren, mientras que otros 5 sobreviven con discapacidades permanentes como pérdida de la vista o el habla, así como parálisis.

El estudio realizado en 188 naciones entre 1990 y 2013 destaca la presión alta, una dieta baja en frutas, obesidad, una dieta alta en sales, fumar y no comer vegetales como otras grandes causas detrás de las embolias.

Según el estudio, a la larga la contaminación incrementa el riesgo de padecer una embolia, pues la falta de aire de calidad endurece las arterias en el cerebro, haciendo la sangre más espesa, lo cual aumenta peligrosamente la presión sanguínea y con ello el riesgo de desarrollar coágulos de sangre en el cerebro.

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