Haz ejercicio. Siempre se lo recomiendas a tus pacientes, pero ¿qué hay de ti? El ejercicio es una gran opción para relajar tu mente, así como para mejorar tu ritmo cardiaco y mejorar la circulación de la sangre, lo cual es absolutamente necesario para que tu cerebro reciba las cantidades correctas de sangre y oxígeno para que tus conexiones neuronales se mantengan intactas.
Aliméntate sanamente. Consume alimentos ricos en antioxidantes pues además de ayudarte a prevenir el cáncer, evitan que tu cerebro envejezca prematuramente a causa de los radicales libres. No es necesario que te digamos que si consumes una dieta alta en grasas, tienes más posibilidades de padecer diabetes, hipertensión o colesterol elevado, factores que impiden que tu sangre llegue correctamente a tu cerebro.
Busca algo nuevo que aprender. Un aprendizaje continuo te permitirá tener una mente lúcida y ágil. Algunas actividades como los rompecabezas, los crucigramas, sudokus y otros juegos de destreza mental te ayudarán a mantener a tono tu mente.
Controla el estrés. Cuando te encuentras sometido a largos periodos de estrés el aprendizaje y la memoria se ven afectados. El estrés crónico puede afectar especialmente el hipocampo del cerebro, lugar donde se desarrolla la memoria.
Duerme bien. Mientras duermes tu cerebro analiza todo lo que aprendiste durante el día. Descansar bien te da la capacidad para aprender cosas nuevas y resolver problemas cotidianos.
Ejercita tu cerebro todos los días y mantén tu salud a largo plazo.