Dieta hipocalórica, ¿cuáles son sus beneficios para combatir la obesidad?

El sedentarismo provocado por la pandemia y la mala alimentación de la población han incrementado los niveles de obesidad en México.

México es uno de los países con más obesidad en el mundo y el de mayores índices de población con sobrepeso en América Latina. De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el 45% de los hombres adultos y 43% de las mujeres adultas padecen esta condición. El sedentarismo y su consecuente falta de actividad física, dietas altas en grasas y carbohidratos, falta de conocimiento en suplementación alimenticia y, recientemente la pandemia, han empeorado la situación.

No es un secreto que las dietas bajas en calorías y el ejercicio han demostrado su efectividad para la pérdida de peso, especialmente en casos de obesidad grados I, II o III. Aunque a la fecha poco se conoce sobre las precauciones y elecciones para un proceso exitoso.

¿Qué hace una dieta hipocalórica?

De acuerdo con el Dr. Ángel Durántez, médico pionero en Medicina Preventiva Proactiva y la Age Management Medicine y experto Ysonut, uno de los objetivos es movilizar las reservas grasas para su utilización como fuente de energía. Para ello, se debe entrar en un estado metabólico denominado cetosis, donde las células usan como fuente principal de energía los cuerpos cetónicos, sustancias derivadas de las grasas, en lugar de la glucosa.

Según el experto, esta dieta tiene ciertas características:

  • Deben ser bajas en carbohidratos.
  • Restricción en la ingesta de grasas (se pretende que se consuman las reservas contenidas en el tejido adiposo corporal).
  • Consumir gran cantidad de proteína para minimizar la pérdida de masa muscular además de su alta capacidad saciante.

“El asesoramiento y acompañamiento médico es imprescindible para tener una dieta personalizada y, como complemento a cualquier acción en favor de la salud metabólica, es importante hacer un uso responsable y guiado de suplementos proteicos que garanticen nutrientes para estar saludables y mantener el peso perdido o evitar el efecto rebote”.

Estudios del laboratorio especializado en micro y macro nutrición, Ysonut, han ubicado que el 70% de las pacientes con seguimiento médico en dietas proteicas, logran mantenerse en el peso que se ha perdido hasta tres años después de iniciar el tratamiento, frente a sólo el 19% de los pacientes que realizan la dieta sin seguimiento o asesoramiento médico.

¿Y el ejercicio?

Cuando se habla de obesidad, el ejercicio forma parte indisoluble junto con una dieta balanceada, pero hay que tomar ciertas precauciones con respecto a la combinación de una dieta baja en calorías y la actividad física, ya que esta última es fundamental para el resultado final.

En primer lugar, la intensidad del ejercicio no puede ser excesivamente elevada, en comparación con la ingesta calórica, ya que, sobre todo al inicio, en adaptación para la cetosis, la tolerancia al ejercicio de alta intensidad puede ser baja. Así que este debe ser emitido y supervisado por un profesional. También es importante seguir una escala ascendente en cuanto al número de sesiones semanales de ejercicio, su duración y su intensidad.

Por otro lado, el tipo de ejercicio es también importante. Uno de los mayores peligros en cualquier programa de pérdida de peso, es la pérdida de masa muscular. Pues si bien a la mayoría de las personas, ya sea por calidad de vida y salud, o bien por estética, su principal interés, en términos fisiológicos, es reducir los depósitos grasos, pero sin pérdidas en el tejido magro, pues este es el metabólicamente activo, que fortalece huesos y tonifica músculos.

Rodrigo Rojas
Editor web del portal Saludiario, único en México especializado en la industria de la salud. Contacto: [email protected]