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    Es hora de enfocarnos en mejorar el vestuario médico, ¿cómo lo podemos lograr?

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    • Existen muchos aspectos que pasan desapercibidos para los profesionales de la salud y la importancia de su vestimenta es uno de los principales.
    • El vestuario médico no solo cumple con la función de transmitir seguridad a los pacientes sino también proteger a los doctores.
    • La elección de prendas adecuadas ayuda a reducir las infecciones intrahospitalarias.

     

    Entre los elementos más vitales—pero a su vez más desatendidos—de la industria de la salud, se encuentra el vestuario médico. Poco se habla de él y de la importancia que tiene en la cotidianidad de los profesionales del sector.

    Aunque técnicamente los médicos sabemos a qué microorganismos nos exponemos diariamente, tendemos a olvidar que nos afecta en igual medida que a nuestros pacientes. De hecho, en Colorchain realizamos un estudio con más de 100 médicos de alto desempeño que portan trajes de mayo (conjunto hecho en polipropileno, con blusa de cuello en V y pantalones resortados), y encontró que sólo el 30% reconoce la falta de seguridad del vestuario médico como un problema grave.

    Lo anterior, sumado a la evidencia existente de que éste factor puede contribuir a que 10 de cada 100 pacientes en países de ingresos medio y bajos sufra de infecciones relacionadas con la atención sanitaria, nos debe hacer pensar de manera muy diferente acerca de la importancia de la calidad del vestuario médico y su tecnología.

    Esto ha sido producto de años de conformarnos a lo que las instituciones nos suplen o a las opciones limitadas que encontramos en tiendas. Para entender cuántos profesionales de la salud se enfrentan a esta realidad, nuestro estudio encontró que el 80% compra su vestuario médico por su cuenta. Esto significa que, a la hora de buscar prendas, la mayoría tienen que recurrir a tiendas surtidas con elementos que cumplen pocos o ningún estándar de calidad.

    La pandemia fue un alto en el camino para este tema. En esa época se destacó la importancia de portar uniformes que protegen a los médicos—especialmente aquellos que trabajan en contacto directo con pacientes en hospitalización, urgencias y Unidad de Cuidados Intensivos (UCI)—y a personal adicional, como de servicios y administrativos. Pero a medida que pasa el tiempo, se ha ido olvidando esta cultura de cuidado global.

    Este es el momento de generar un espacio adecuado para conversar sobre lo que nadie ha priorizado aún, buscando lograr un cambio verdadero y resolutivo: Debemos definir lo que es un vestuario médico especializado y replantear los estándares de la industria sobre porte adecuado y mejor confección de las prendas.

    Saber en qué fijarse al buscar vestuario médico especializado

    El vestuario médico debe desarrollarse de la mano de tecnología y uso ergonómico para suplir las necesidades de quienes trabajan en la industria. Estos deben tener, como mínimo, repelencia a los fluidos, control de microorganismos, elasticidad y respirabilidad, entre otras características para garantizar la seguridad y bienestar de quien lo porte. En el mercado actual, la mayoría de proveedores de prendas médicas no manufacturan sus productos con muchos de estos elementos.

    El vestuario médico debe responder a las diferentes necesidades del personal de la salud. Muchas de estas son generales al gremio, pero es necesario conocer al usuario íntimamente para reconocer dónde difiere el uso de cada tipo de profesional. Además, se debe entender que los profesionales de la salud se comportan como personas de alto desempeño, con actividad física continua y extenuante—como quienes pasan por esas jornadas de hasta 36 horas que parecen interminables.

    Por ejemplo, en un hospital del Salvador se reportó que un 68% de las enfermeras que no portaban un uniforme con aislamiento apropiado sufrieron de accidentes con agujas. Este es uno de los riesgos biológicos que se pueden minimizar usando vestuario médico con mayor protección específico para este cargo, entre otras prácticas de salubridad.

    Además, ¿cuántas veces has comprado uniformes que no se adaptan bien a tu cuerpo, pero tuviste que conformarte? Si percibimos el vestuario médico como un instrumento indispensable de protección y no como un atuendo regular, entenderemos que usar diseños y tallas genéricas no es lo correcto. Para esto, hay que recurrir a marcas que personalizan su producto para cada cliente.

    Para una manufactura de vestuario médico verdaderamente especializado, las empresas del sector deben ser integradas verticalmente—manejando todos los procesos desde diseño hasta confección y distribución, y teniendo un mejor entendimiento de las necesidades de un médico. En el mejor de los casos, deben confeccionar sus prendas a pedido y a medida de cada profesional, teniendo en cuenta los estilos, colores, tallaje apropiado y características ergonómicas necesarias. Los médicos e instituciones buscando proveedores deben enfocarse en marcas con estas prácticas.

    Adoptar una cultura de cuidado global

    Debemos pensar en el vestuario médico integralmente, abordándolo con una visión más técnica y experta, incluyendo los aspectos estéticos y de moda que reafirman el estatus especializado y altruista de estas profesiones. Aunque parezca evidente, recordemos que protegernos a nosotros mismos es también proteger a pacientes y demás personas en entornos médicos. Esto es lo que se define como la cultura de cuidado global.

    Esto se aplica a todo tipo de profesionales de la salud, ya que ninguno de sus ambientes de trabajo está exento de contaminación. Es más, un estudio reveló que las batas de hospital ya usadas pueden portar hasta 80 tipos de bacterias, sin considerar que esta cifra pudo haber cambiado después de la pandemia. Según estándares establecidos, el límite debe ser de tres bacterias por bata. Esto apunta a la falta de consciencia cuando usamos nuestro vestuario indebidamente, además de contar con poca tecnología antimicrobial.

    Por ende, es vital reforzar el uso de vestuario médico especializado, buscando lograr los requerimientos para suplir las necesidades reales del sector y mitigar su impacto en la población general. Debemos abogar por generar nuevos y mejores estándares de calidad y, a través de una cultura de cuidado global, proteger a cada trabajador y paciente, su medio cercano y el entorno en el que se desenvuelven diariamente.

    Replantear los estándares y aplicar regulaciones para una mejor confección y porte de vestuario médico

    Cuando hablamos de lograr una cultura de cuidado global, debemos entenderla desde el aspecto regulatorio. Esto se logra con políticas de seguridad en ambientes de salud que respondan a las retadoras condiciones actuales del sector, reforzando así los estándares del uso y manufactura de vestuario médico especializado.

    Durante la pandemia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró en un comunicado a los gobiernos y directivos del sector de la salud, que se deben establecer políticas de seguridad para todos los involucrados en esta industria. Allí se incluía el equipo de protección personal, como se debe denominar al vestuario médico.

    Esta misma iniciativa se debe mantener aunque haya disminuido el riesgo de COVID-19 y uno de los factores primordiales es el uso de prendas con protección adecuada. El llamado es también a que los gobiernos latinoamericanos, por ejemplo, restrinjan la venta de piezas sin antifluidos. Igualmente, deben promover el desarrollo local y sostenible de tecnologías textiles y de manufactura que respondan adecuadamente a necesidades como la protección antimicrobial y la comodidad del personal, entre otras.

    Por otro lado, se suma otra problemática mundial que es de extrema relevancia para lo que transcurre actualmente en el sector: La disrupción mundial de cadenas de suministro. Por esto, es crítico apoyar a los emprendimientos locales para que puedan suplir oportunamente la demanda que se tercerizó a países como China desde los años ochenta.

    Pero para lograr esto, debemos convertirnos en una región competitiva y ofrecer un producto aún mejor que lo que los usuarios encuentran en suministros importados. Ya existen ofertas locales que logran esto y es imperativo apoyarlos.

    Mejorar la producción, el uso adecuado y la cultura alrededor del vestuario médico es un trabajo conjunto de profesionales de la salud, confeccionistas, instituciones reguladoras y gobiernos. Además, es importante redefinir lo que conocemos como ‘uniforme’, tomando en cuenta aspectos como el tallaje, el desempeño y la tela correcta para confeccionarlo. Solo así podremos desarrollar prendas que realmente nos protejan y velen por la seguridad de todos a nuestro alrededor.

     

    La autora de la columna es la Dra. Carolina Hernández, quien creció en una familia de empresarios en Colombia en áreas como el diseño, los textiles y la eficiencia energética. Tiene una mezcla única de experiencia clínica médica y experiencia operativa empresarial global.

    Ocupó el puesto número 5 en Colombia en los exámenes de la junta médica nacional, tras lo cual dirigió prácticas clínicas en las áreas de anestesia, cirugía y traumatología. Pasó a la industria farmacéutica y progresó hasta ocupar puestos directivos en los que dirigió unidades de negocio y funciones multimillonarias para Johnson & Johnson, Novartis y Merck. Su última función fue la de vicepresidenta y directora de estrategia de Merck Latinoamérica, donde era responsable de 100 empleados en un negocio de mil millones de dólares.

    Además tiene un doctorado en medicina de la Universidad de La Sabana, una maestría en epidemiología clínica de la Universidad El Bosque y una maestría en administración de empresas de la Universidad de Cornell con especialización en finanzas y cadena de suministro.

    Dra. Carolina Hernández
    Dra. Carolina Hernández. Fotografía cortesía

     

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