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Las dos caras de la moneda de un mismo procedimiento quirúrgico

Todos los procedimientos quirúrgicos opcionales tienen por objetivo mejorar la calidad de vida del paciente; sin embargo, las cosas no siempre salen igual.

Todo procedimiento quirúrgico opcional tiene como objetivo mejorar la calidad de vida del paciente que es sometido al mismo; sin embargo, el optimizar los resultados de un procedimiento, como todo en la vida, conlleva tiempo y uno que otro “fracaso”, prueba de ello son los trasplantes de mano, los cuales han mejorado mucho desde su aparición hace 7 años.

Hace poco menos de un mes Jeff Kepner compartía con la BBC su experiencia como el primer ser humano en ser sometido a un doble trasplante de manos en 2009, experiencia que el hombre de 64 años califica como un fracaso, pues desde entonces no ha observado las mejoras que se le prometieron en torno a su calidad de vida.

“Considero que fui una especie de experimento. Pensé que las cosas mejoraría con la cirugía, pues quería lograr una mejor calidad de vida, pero eso desde luego nunca ocurrió”, señalaba en aquel entonces el Kepner, quien asegura que sus manos no son funcionales y ni siquiera pudo recuperar el tacto en las mismas, promesa que los cirujanos realizaron antes de que éste se sometiera al procedimiento.

Sin embargo, también existe la otra cara de la moneda, que en este caso se encuentra representada por Zion Harvey, 9 años, quien a un año de haberse convertido en el primer niño en recibir un trasplante doble de manos no deja de sorprender a los médicos ante todas las actividades que ya es capaz de realizar.

Luego de perder ambas manos a los 2 años debido a una infección que ponía en riesgo su vida, Zion debió, 6 años más tarde, enseñar a su cerebro nuevamente cómo controlar sus manos y a un año de haber recibido la donación el pequeño ya es capaz de escribir e incluso pudo realizar el primer lanzamiento durante un partido de Grandes Ligas, una verdadera hazaña para los doctores.

“Estoy muy emocionado. Ahora puedo hacer más cosas de las que imaginaba. Como lanzar un balón o jugar beisbol o, no lo sé, pararme de mano”, indicó en entrevista para la NBC el pequeño que asegura, “cuando obtuve mis manos, recobré una parte de mi vida que estaba perdida. Ahora mi vida está completa”.

No cabe duda que la medicina no es una ciencia exacta, pues aún cuando todos los procedimientos tienen por objetivo mejorar la calidad de vida de los pacientes, todos y cada uno de ellos cuentan conllevan un riesgo inherente y puede terminar muy bien o desastrosamente mal.

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