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Pastillas para dormir aumentan riesgos de desarrollar demencia

De acuerdo con un nuevo estudio existe una fuerte relación en que pacientes que consumen pastillas para dormir y desarrollar demencia.
Pastillas para dormir aumentan riesgos de desarrollar demencia
  • De acuerdo con Statista, en 2021, el volumen de ventas OTC de somníferos en Estados Unidos rondó los 56 millones.

  • En 2021, los ingresos de la venta libre de somníferos en Estados Unidos estuvieron alrededor de los 437 millones de dólares.

  • Según Statista, el 31% de los encuestados que utilizaban regularmente medicación para dormir declararon que tenían dificultades para conciliar el sueño de 3 a 7 noches en una semana normal.

El uso de pastillas para dormir puede aumentar el riesgo de desarrollar demencia en los adultos mayores de raza blanca, según un nuevo estudio. Es de mencionar que no se observó una relación similar en las personas de raza negra.

El tipo y la cantidad de medicación utilizada pueden estar implicados en este mayor riesgo, ya que las personas de raza blanca utilizan con frecuencia ciertos tipos de fármacos para dormir.

Según un estudio de la Universidad de California en San Francisco, publicado por la revista Journal of Alzheimer’s Disease, los investigadores propusieron que las pastillas para dormir pueden aportar resultados desfavorables en los pacientes.

“Hace tiempo que sabemos que ciertos medicamentos para dormir, como las benzodiacepinas, se asocian a un mayor riesgo de demencia. Ésta es una investigación novedosa en una cohorte diversa seguida longitudinalmente”, dijo el director de compromiso científico de la Asociación de Alzheimer, el doctor Percy Griffin.

¿Cómo se llevó a cabo el estudio?

La investigación tomó 3, 068 individuos del estudio Health, Aging, and Body Composition (Health ABC) en Memphis, Tennessee, y Pittsburgh, Pennsylvania, dentro del rango de edad de 70 a 79 años, sin diagnóstico previo de demencia.

En el estudio, que comenzó en 1997 y 1998, se pidió a los participantes que registraran si tomaban medicación para dormir y, en caso afirmativo, con qué frecuencia.

Podían elegir entre cinco opciones: nunca, rara vez (uno o menos al mes), a veces ( de dos a cuatro al mes), a menudo (de cinco a 15 al mes) o casi siempre (de 16 a 30 al mes). Se hizo la misma pregunta a los participantes en los años tres y cinco para llevar un registro.

A los participantes que tomaban somníferos se les pidió que trajeran el medicamento para su verificación. Entre los participantes, los individuos de raza blanca tenían tres veces más probabilidades que los de raza negra de utilizar algún tipo de somnífero a menudo o casi siempre.

En comparación con los hombres, las mujeres eran casi más propensas a tomar medicamentos para dormir con regularidad. Los investigadores estudiaron los resultados registrados e indicaron cualquier aparición de demencia, alertada por la prescripción de medicación para la demencia, hospitalización debida a demencia o disminución notable de la función cognitiva.

En general, a lo largo de 9,2 años de visitas de seguimiento, 617 participantes acabaron desarrollando demencia. Según el estudio, los resultados mostraron una fuerte correlación entre el uso persistente de pastillas para dormir y la demencia en el caso de los participantes de raza blanca, y ninguna correlación entre el uso periódico de medicación para dormir y la demencia.

¿Cuánto se debe dormir?

De acuerdo con la Secretaría de Salud, según la edad, es como se determinan las horas que toda persona debe dormir. Por ejemplo, un bebé de 14 a 15 horas, los niños pequeños de 12 a 14 horas, los niños en edad escolar de 10 a 11 horas y los adultos al igual que los adultos mayores, de 7 a 9 horas diarias.

Se estima que en México, la tercera parte de la población presenta algún trastorno del sueño y de esta proporción, el 40 por ciento, padece insomnio. El sueño tiene diferentes funciones benéficas en el organismo como realizar diversos procesos que resultan imprescindibles para garantizar la integridad física y psicológica, además de que ayuda a conservar la energía.

La falta de un sueño reparador disminuye la productividad, la expectativa de vida, provoca irritabilidad, se incrementa el riesgo de sufrir accidentes y puede causar enfermedades con mayor facilidad.

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