El derecho a la salud es inalienable. No importa la condición, el origen o los actos de una persona, siempre se debe procurar su buen estado médico. Este principio se extiende a las personas que, por sus actos en sociedad, están cumpliendo con un castigo. Las historias que llegan al público sobre las cárceles hablan de muchas cosas. Pero muy pocas, de la atención clínica que reciben.
The Prison Doctor promete ser la excepción. Todavía sin publicar, esta novela es una compilación de historias y anécdotas. A través de ellas, se cuentan las experiencias de la autora durante su servicio en el sistema penitenciario de Reino Unido. Son narraciones sobre una población particular de pacientes y personas. Todos ellos, con sus problemas médicos y de salud.
[Este libro] constituye las memorias de una médico general. Ella pasó de trabajar en un tranquilo suburbio a atender a los criminales más peligrosos del país. [Sus historias inician] con su paso por las instituciones de jóvenes delincuentes. Después pasa a la prisión de hombres Wormwood Scrubs. Finalmente, llegará a la cárcel de mujeres más grande de Europa: Bronzefield.
La autora del libro es Amanda Brown. Antes de entrar al sistema penitenciario, la médico general trabajaba en el Servicio Británico de Salud (NHS). En su primer libro, describe las historias que la llevaron a trabajar en un segmento tan poco usual. Pero especialmente hace énfasis en por qué se salió de la práctica regular. No estaba satisfecha en cómo ha cambiado la práctica de la salud.
De todos los lugares e historias que la Dra. Brown promete en su libro, el más interesante es Bronzefield. La prisión, de capital privado, puede albergar más de 500 reclusas. A pesar de haber sido criticada en múltiples ocasiones, su administración también destaca por una cosa. Su capacidad para reducir varios problemas de salud y mejorar la atención médica a los internos.
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