Autoexigencia, la clave para ser médico

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Muchos son los aspectos de nuestra vida que exigen constancia en una rutina hasta conseguir el éxito deseado, la clave de los buenos procesos incluyen autodisciplina y sobretodo ganas; todo esto lo encontramos en la educación; aunque se escuchen conceptos adversos de ella, pero debemos recordar que es uno de los derechos humanos en este planeta. La educación nos permite comprender mejor el mundo en el que vivimos y qué ocurre a nuestro alrededor, desde múltiples perspectivas y brinda esa capacidad analítica frente a la vida, llamada astucia.

Una de las profesiones que va de la mano con la educación es la medicina, exige formar desde la sensatez, la toma asertiva de decisiones, realizar controles que reduzcan falibilidad y exige un equilibrio emocional que le permita brindar ayuda adecuada a los pacientes bajo la lupa y la luz de esta profesión.  La clave es tener vocación para soportar la dinámica de trabajo de un profesional sanitario: consulta, urgencias, guardias, ausencia de descansos, trabajo nocturno… y quizás la única remuneración que recibimos, a cambio de tanta dedicación, es la satisfacción personal del servicio.

La autoexigencia está encaminada a que éste sepa lo que debe hacer y lo que no debe hacer, y conseguir que se acostumbre a reflexionar antes de cada decisión sobre la necesidad y la razonabilidad de la misma. La formación de un buen médico es la clave, ya que deberá ser cognitiva, ética y filosófica, de conocimientos, de respeto y de sensatez, incluida la sensatez económica, acompañada de la autoexigencia.

Ser un excelente médico incluye:

  • Comprender la patogenia y la fisiopatología de las enfermedades y emplear estos conocimientos para resolver problemas clínicos.
  • Actualizar sus conocimientos médicos, estudiando de forma regular la literatura médica, con el fin de incorporar avances de la medicina que aparecen en los últimos años.
  • Conocer la información posible de todas las fuentes incluidos paciente, familia e historias clínicas y registros similares.
  • Cuestionar los antecedentes previos causales e indicar pruebas concretas con el fin de conseguir objetivos específicos.[1]
  • Si el diagnóstico no está suficientemente claro o las posibilidades diagnósticas no han quedado reducidas a un par de problemas, debe continuar buscando más información y no conformarse únicamente con la que corrobora el diagnóstico inicial.
  • Son personas formadas en campos de interés como atención primaria, medicina interna o alguna especialidad especifica basadas en conocimientos intelectuales, más que tener habilidades manuales. Este gran prestigio se forma en los hospitales, en la internación y en los consultorios externos, en contacto directo con los pacientes y aprendiendo de las experiencias de otros profesionales de la salud que lo enriquecerán.
  • Un buen médico es a la vez educador, tanto del paciente como de la familia. Sabe contestar a las preguntas con precisión, causas y razones.
  • No teme cambiar su diagnóstico si los datos evolutivos posteriores no concuerdan con la impresión inicial.
  • Finalmente, el buen médico debe tener cualidades de conocimientos, cualidades éticas, cualidades afectivas y que hayan conseguido mantenerse libres de resentimiento a pesar de las frustraciones a las que su profesión los somete.

Con la autoexigencia anterior, combinada con el trabajo del médico en Colombia, bajo las leyes que lo regulan, han vuelto imposible e indignante el ejercicio de la profesión, y mal remunerada, explotan su trabajo pauperizándolo cada vez más, los sistemas de salud se quedan con el mayor porcentaje de las ganancias que se derivan del ejercicio de la profesión, obviando conceptos como calidad y solidaridad, todo esto ha hecho que la medicina en Colombia sea cada vez menos apetecida.

[1] (Agrest, 2008)  

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