Los programas de vacunación en México han sido fundamentales para prevenir enfermedades infecciosas, reducir la mortalidad infantil y mejorar la salud pública. Sin embargo, llevar estos servicios a comunidades marginadas —muchas de ellas rurales e indígenas— presenta desafíos únicos que requieren estrategias específicas, coordinación interinstitucional y un enfoque intercultural.
Retos persistentes en los programas de vacunación
Entre los principales obstáculos está el acceso geográfico: muchas comunidades se encuentran en zonas de difícil acceso, sin caminos pavimentados o con transporte limitado. Esto complica la llegada del personal de salud y el traslado de vacunas, que requieren cadena de frío.
Además, existen barreras socioculturales. Algunas comunidades muestran desconfianza hacia las vacunas debido a la falta de información en su lengua materna o experiencias negativas con instituciones de salud. La falta de personal capacitado en enfoque intercultural también limita la eficacia de las campañas.
Otro reto es el registro inexacto de población, que puede llevar a subestimar la cantidad de dosis necesarias o a dejar fuera a grupos vulnerables, como personas en situación de movilidad o sin documentación oficial.
Logros importantes dentro de los programas de vacunación
A pesar de estos retos, México ha logrado importantes avances. Gracias al Programa de Vacunación Universal, enfermedades como la poliomielitis y el sarampión han sido prácticamente eliminadas, y otras como la rubéola y la difteria están bajo control.
En comunidades marginadas, las brigadas móviles de vacunación han sido clave, ya que permiten llevar los servicios hasta donde la población vive. Estas brigadas muchas veces colaboran con líderes comunitarios, maestros y promotores de salud locales, lo que aumenta la confianza y la participación.
El uso de material educativo adaptado en lenguas indígenas y el involucramiento de las familias en el proceso han permitido mejorar las tasas de cobertura, especialmente en niñas y niños menores de cinco años.
Camino hacia la equidad en salud
Para seguir avanzando, es fundamental fortalecer la infraestructura rural, capacitar al personal de salud en sensibilidad cultural, mejorar los sistemas de información y asegurar recursos sostenibles para la vacunación. Además, el diálogo con las comunidades y el respeto por sus costumbres deben estar en el centro de cualquier intervención.
Los programas de vacunación en comunidades marginadas son un ejemplo de cómo la salud pública puede avanzar incluso en contextos adversos. Con voluntad política, trabajo comunitario y estrategias adaptadas, es posible proteger la salud de todas y todos, sin importar dónde vivan.