En muchas comunidades indígenas de México, las parteras tradicionales desempeñan un papel fundamental en el cuidado de la salud materna. Su labor va más allá de la atención al parto: son guías, cuidadoras, consejeras espirituales y transmisoras de saberes ancestrales que han sido clave para preservar la vida de madres y recién nacidos, especialmente en contextos donde el acceso a servicios médicos formales es limitado.
Las parteras tradicionales, una figura esencial en zonas marginadas
En regiones rurales e indígenas donde no hay hospitales cercanos, las parteras son muchas veces la única opción disponible y confiable para las mujeres embarazadas. Su experiencia empírica, basada en años de práctica y conocimientos heredados de generación en generación, les permite atender embarazos, partos y pospartos de forma segura, respetuosa y culturalmente adecuada.
Además, las parteras tradicionales entienden el idioma, las costumbres y las creencias de sus comunidades, lo que crea un vínculo de confianza difícil de replicar en entornos hospitalarios ajenos a su realidad cultural.
Obstáculos y falta de reconocimiento a las parteras tradicionales
A pesar de su importancia, las parteras tradicionales enfrentan desafíos significativos. Durante décadas han sido invisibilizadas o incluso desacreditadas por el sistema de salud, que prioriza el modelo biomédico y urbano. Muchas no cuentan con reconocimiento legal, formación básica en primeros auxilios o acceso a materiales sanitarios, lo que limita su capacidad para actuar ante complicaciones.
Asimismo, la falta de articulación entre las instituciones de salud y los saberes tradicionales ha dificultado la creación de modelos de atención intercultural que integren lo mejor de ambos mundos.
Avances y nuevas iniciativas
En los últimos años, ha habido un reconocimiento creciente de la importancia de las parteras en la salud pública. En algunos estados como Chiapas, Oaxaca y Guerrero, se han impulsado programas de capacitación, certificación y colaboración entre parteras y centros de salud, con resultados positivos en la reducción de la mortalidad materna e infantil.
También han surgido iniciativas comunitarias que promueven el respeto al parto humanizado y al conocimiento indígena, visibilizando el valor de estas mujeres como agentes de salud.
Reconocer y apoyar a las parteras tradicionales no solo es un acto de justicia cultural, sino una estrategia efectiva para mejorar la salud materna en México. Su integración plena al sistema de salud requiere respeto mutuo, diálogo intercultural y políticas públicas incluyentes.