En los consultorios, hospitales y centros de atención infinidad de historias se cruzan. Pero a menudo, antes de escuchar la voz, muchas personas escuchamos: “paciente diabético”, “paciente psiquiátrico”, “paciente terminal”. Por eso, es vital hacer una pausa y reflexionar sobre cómo estas etiquetas afectan la forma en que vemos y escuchamos a quienes buscan una atención para su condición de vida.
A lo largo de los años, el lenguaje médico ha sido catalogado como especializado y, a veces, complejo porque resulta difícil comprender para la mayoría, y también porque sus palabras llevan un fuerte componente científico. Sin embargo, cada vez más los profesionales de la salud buscan herramientas que les permitan construir un enfoque más humano con la persona a la que atienden. 1
Hipócrates, considerado el padre de la medicina, además de sentar las bases de la observación clínica, también comprendía el poder del lenguaje. Él enseñaba a sus discípulos a comunicarse con claridad y propósito. Él usaba la retórica como una herramienta esencial para educar y, sobre todo, para construir una relación de confianza con el paciente. Desde entonces, la medicina ha sido tanto ciencia como arte, y el lenguaje ha ocupado un lugar central en este equilibrio.
De hecho, múltiples estudios han demostrado que tener una relación de confianza entre médico-paciente es necesario para lograr una mejor adherencia al tratamiento y hacer que la persona se sienta mucho mayor involucrada2. Una revisión publicada en The BMJ, encontró que una comunicación empática y positiva influye directamente en los resultados clínicos, especialmente en el manejo de enfermedades crónicas3.
En México, por ejemplo, el Centro de Atención Integral del Paciente con Diabetes (CAIPaDi), del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán, ofrece un modelo de atención centrado en la persona que vive con diabetes. A través de un enfoque multidisciplinario e integral, aborda dicha condición desde el punto de vista médico, así como emocional y educativo. Este modelo ha demostrado mejorar la calidad de vida de muchas personas, gracias a una atención personalizada que reconoce a la persona más allá del diagnóstico4.
Para lograr estos resultados, es fundamental construir una relación de confianza, y esa relación comienza con el lenguaje que usamos desde el primer contacto. De hecho, se ha demostrado que hacer preguntas que trascienden lo médico –indagando sobre el entorno emocional, social y cotidiano de la persona– permite diseñar tratamientos más personalizados y eficaces. Escuchar con empatía y comunicar desde una visión integral mejora la adherencia, y refuerza el vínculo humano entre médico y paciente.
Pongamos un ejemplo; imaginemos que un dermatólogo está por atender a dos personas: una mujer que asiste para realizarse un procedimiento estético y un hombre que va para tratar una psoriasis (enfermedad crónica que provoca que ciertas áreas de la piel se vuelvan escamosas e inflamadas); sabemos que son dos condiciones completamente diferentes, y efectivamente, su abordaje es único: una es una condición estética y la otra es una enfermedad. Sin embargo, las dos personas merecen la misma atención, y las mismas preguntas antes mencionadas deberían realizarse para generar más confianza, así como un tratamiento más ad hoc a su condición.
Es por eso, que la importancia del lenguaje en salud ha cobrado una gran relevancia, de hecho, las primeras evidencias surgieron en el campo de la salud mental y las enfermedades crónicas y diversos médicos han estudiado este tema.
En un artículo publicado en The Lancet Diabetes & Endocrinology, se subraya que “el lenguaje importa” y se recomienda evitar expresiones como “paciente obeso”, sugiriendo en su lugar “persona que vive con obesidad”, con el fin de centrar la atención en la persona y no reducirla a una condición médica. Este enfoque promueve una atención más respetuosa y puede reducir el estigma, fortalecer la confianza y mejorar los resultados5.
En el campo de la diabetes, diversas organizaciones civiles e iniciativas internacionales y nacionales han puesto mucho énfasis en hacer un cambio de lenguaje, que no necesariamente tiene que ver con el profesional de la salud, sino en todas las personas que tenemos un familiar o conocido que vive con una condición de salud, tal es el caso de la iniciativa NCD Alliance, Beyond Type 1, Federación Mexicana de Diabetes, Fundación Bariátrica Mexicana, entre otras.

diabetes DStigmatize (2024). 6,7
“El lenguaje no sólo refleja el mundo, sino que también lo crea”. En el caso de la diabetes, antes del diagnóstico, la persona suele vivir en un “mundo sin diabetes” o con un conocimiento muy limitado de su enfermedad. Sin embargo, una vez que recibe el diagnóstico, es fundamental utilizar un lenguaje adecuado para evitar que surja ansiedad, baja autoestima y desmotivación hacia el tratamiento8.
Pero ¿cómo comunicamos de una manera más empática con la persona? La relación entre médico y paciente puede ser larga, especialmente al enfrentar una condición crónica que dura toda la vida. Por eso, aquí comparto tres consejos prácticos que pueden aplicarse en la atención diaria:
- Usar un lenguaje centrado en la persona. “Del paciente a la persona”. Esto quiere decir que antes que paciente es una persona con un género, una historia de vida. Y cuando esté con nosotros esa persona debemos ser empáticos y escuchar sus preocupaciones para proponerle un tratamiento de acuerdo con su estilo de vida y con un lenguaje coloquial.
- Uso de palabras libre de estigmas. “De la enfermedad a la condición de vida”. El mismo hecho de ser diagnosticado marca un antes y un después, por eso es importante que veamos a la enfermedad que tiene una persona como una condición y no como algo que lo defina. Pues muchas veces es una condición con la que van a vivir toda su vida.
- Hay que destacar los avances y fortalezas. Expresiones como “Tengo absoluta confianza en que juntos podemos lograr un estilo de vida saludable” abren un camino lleno de posibilidades. Hablar con motivación a la persona no sólo impulsa su ánimo, sino que refuerza la idea de que su condición es tratable y que, con apego al tratamiento, puede alcanzar una mejor calidad de vida.
Si bien, cada persona es un mundo de posibilidades, nuestro rol en el campo de la salud debe partir de una comunicación empática, libre de juicios y estigmas. Una comunicación en la que su condición de vida no defina su identidad, y donde el lenguaje sea el primer paso hacia un trato más humano.
Porque las palabras no sólo informan: también cuidan, acompañan, guían, educan.
¿Y si empezamos por elegir mejor nuestras palabras para construir una medicina que verdaderamente escucha?
Fuentes:
1 https://www.niams.nih.gov/es/informacion-de-salud/psoriasis
2 Forguione VP. Comunicación entre médico y paciente: más allá de una consulta, un proceso educativo. MÉD.UIS. 2015;28(1):7-13. [Citado 14 Ene 2021]; Disponible: http://www. scielo.org.co/pdf/muis/v28n1/v28n1a01.pdf
3 Howick J, Moss-Morris R, Bishop FL, et al. Effects of empathic and positive communication in healthcare consultations: a systematic review and meta-analysis. BMJ. 2014;349:g6226. https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC6047264/
4 La atención integral en el paciente que vive con diabetes mejora su calidad de vida. Gaceta Facultad de Medicina UNAM. 9 de noviembre de 2018. Disponible en: https://gaceta.facmed.unam.mx/index.php/2018/11/09/la-atencion-integral-en-el-
paciente-que-vive-con-diabetes-mejora-su-calidad-de-vida/
5 The importance of language in engagement between health-care professionals and people living with obesity: a joint consensus statement., Lancet Diabetes Endocrinology. 2020;8(5):447–455. https://www.thelancet.com/journals/landia/article/PIIS2213-8587(20)30102-9/abstract
6 Language Matters Diabetes. (2020). El lenguaje importa: Latinoamérica. https://www.languagemattersdiabetes.com/
7 Guía de lenguaje de diabetes DStigmatize. (2024, 25 de septiembre). dStigmatize. https://www.dstigmatize.org/resources/language-guide/
8 Dickinson JK. The experience of diabetes-related language in diabetes care. Diabetes Spectr. 2017; https://doi.org/10.2337/ds16-0082
Laura Guzmán es consultora en comunicación para la salud, con 15 años de experiencia en agencias y organizaciones civiles, impulsando campañas que promueven el acceso, la atención integral y el empoderamiento del paciente. Es Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UNAM y cuenta con estudios en periodismo científico por la Universidad de Columbia Británica. Actualmente dirige FullHeart, agencia de comunicación y marketing, con un área especializada en salud.