El e-commerce ha mostrado un aumento exponencial durante los últimos años pero algo de lo que se habla poco es su relación con la salud mental. Las compras a través de internet cada vez son más cotidianas pero detrás de los beneficios de este modelo también hay un lado poco explorado.
En primera instancia, para el 2025, según cifras publicadas por Mordor Intelligente, se proyecta que el comercio electrónico alcanzará los 32.79 mil millones de dólares. Mientras que para el 2030 la cifra sería de 61.14 mil millones de dólares.
Además la Asociación Mexicana de Ventas Online informó que en los últimos 12 meses el 80% de los usuarios de Internet realizó compras online. La adopción cada vez mayor de dispositivos móviles fortalece este comportamiento. Sitios como Amazon y Mercado Libre han reportado más de 50 millones de visitas al mes.
También lee: 6 cursos médicos gratuitos sobre salud materna que ofrece la OMS: ¡Todos son por internet!
¿El e-commerce puede afectar la salud mental?
Aunque es un escenario optimista para el e-commerce, también se enciende una alerta sobre el impacto que este modelo de consumo tiene en la salud mental de los mexicanos y cómo este crecimiento tiene que ver con una importante transformación en los hábitos de la población que vale la pena revisar.
“El auge del comercio electrónico no es solo una consecuencia de la digitalización, sino un reflejo de cómo ha evolucionado nuestra forma de consumir en un entorno donde la comodidad, la inmediatez y la personalización son la nueva norma”, dijo Pilar Navarro, investigadora y docente de marketing en EAE Business School.
Neurociencia al servicio de la persuasión
Las plataformas de e-commerce son verdaderos laboratorios de neurociencia aplicada, donde todo está diseñado para enganchar emocionalmente al consumidor, desde algoritmos de personalización predictiva capaces de sugerir productos que aún no sabíamos que queríamos, hasta la integración de elementos de gamificación que prolongan el tiempo de navegación.
Estudios de consultoras como McKinsey confirman que empresas como Netflix y Amazon han logrado aumentar sus tasas de conversión hasta un 30 % gracias a estas recomendaciones personalizadas.
Asimismo, aplicaciones como SHEIN integran retos, recompensas y niveles que estimulan la participación, elevando el tiempo promedio de uso diario por usuario por encima de 15 minutos, según datos de App Annie.
Además, hay una cantidad de trucos estéticos que persuaden poderosamente. Colores cálidos, botones de compra con tonos naranjas o rojos y banners dinámicos con mensajes de urgencia («¡Última oportunidad!», «¡Más vendido!») activan circuitos cerebrales relacionados con la impulsividad y la toma de decisiones rápidas.
También lee: Buscadores de artículos médicos en internet: 8 páginas que debes conocer
La adicción a las compras por internet es real
La digitalización ha desdibujado las barreras tradicionales del consumo. Ya no hace falta salir de casa, ni esperar horarios comerciales, ni contar con un presupuesto gracias a las opciones de pago diferido. La democratización también trae consigo un riesgo de comprar compulsivamente que preocupa a especialistas en comportamiento del consumidor.
Según el Journal of Behavioral Addictions, hasta un 6 % de los usuarios digitales podría presentar síntomas de adicción a las compras online. El riesgo se multiplica cuando se combinan factores como la compra invisible (pagar en un clic sin sentirlo como gasto), la presión social generada por las redes y el efecto de escasez inducida por campañas como Hot Sale o Black Friday, donde la urgencia se convierte en gancho emocional.
Estrategias para fomentar un consumo más consciente
Tanto consumidores como plataformas empiezan a reaccionar ante estos riesgos. Muchas aplicaciones financieras ofrecen herramientas de autocontrol, como alertas de gasto o límites por categorías. Incluso existen navegadores o apps que bloquean el acceso a sitios de compras durante franjas horarias determinadas para reducir tentaciones.
Como lo indica Pilar Navarro, el reto está en equilibrar la libertad del consumidor con un entorno digital responsable, donde las marcas no solo busquen maximizar la conversión, sino que también fomenten un comportamiento saludable y sostenible.