¿Hacer la residencia médica en un hospital público vale la pena? Sin duda se trata de una pregunta que se hacen muchos doctores que desean convertirse en especialistas. De ninguna manera se trata de una decisión sencilla porque hay muchos aspectos que se deben analizar y a continuación te compartimos los principales.
Para un profesional de la salud que desea extender su formación académica lo primero que debe elegir es el camino que quiere seguir. Hay muchos caminos que se pueden tomar después de concluir el servicio social aunque el más común es cursar una especialidad.
En ese sentido, el primer requisito para obtener una plaza es aprobar el Examen Nacional de Aspirantes a Residencias Médicas (ENARM). Aunque más allá de elegir una especialidad también hay otra decisión de gran relevancia y es el lugar en donde quieres continuar con la formación.
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¿Vale la pena hacer la residencia médica en un hospital público?
Hacer la residencia médica en un hospital público es una buena idea pero debes estar consciente que implica tanto aspectos a favor como otros en contra. Para tener una idea más amplia de lo que significa hacer la residencia en este sector te compartimos la siguiente información.
Ventajas de elegir un hospital público
- Alto volumen y diversidad de pacientes: Hacer la residencia médica en un hospital público es una buena idea de aprender porque atienden a una gran cantidad de pacientes con una amplia variedad de patologías, desde las más comunes hasta casos complejos y raros. Esto proporciona al residente una experiencia invaluable en el diagnóstico y manejo de diversas enfermedades.
- Exposición a patologías complejas y avanzadas: Dada la naturaleza del sistema de salud público, muchos pacientes llegan a los hospitales de tercer nivel con enfermedades en etapas avanzadas o con complicaciones. Esto reta al residente a desarrollar habilidades para abordar situaciones críticas y aprender sobre manejos complejos.
- Habilidades diagnósticas y clínicas agudas: La escasez de recursos en algunos momentos o la necesidad de ser eficientes ante la alta demanda, a menudo obliga a los residentes a depender más de sus habilidades clínicas, el examen físico y el razonamiento médico para llegar a un diagnóstico, en lugar de depender excesivamente de estudios de imagen o laboratorio costosos.
- Acceso a procedimientos y cirugías frecuentes: Especialmente en especialidades quirúrgicas, los hospitales públicos ofrecen un número mucho mayor de oportunidades para realizar procedimientos y cirugías, lo que permite al residente adquirir destreza y experiencia práctica de manera acelerada.
- Formación con casos reales y desafiantes: Los residentes se enfrentan a la realidad de la salud pública del país, lo que los forma con un sentido de vocación social y los prepara para manejar situaciones con recursos limitados.
- Desarrollo de resiliencia y adaptabilidad: Las largas jornadas, el alto volumen de trabajo y la presión constante fomentan la resiliencia, la capacidad de trabajar bajo estrés y la adaptabilidad a diferentes escenarios clínicos.
- Contacto con especialistas experimentados: Muchos de los mejores médicos especialistas y docentes del país trabajan en hospitales públicos, lo que brinda a los residentes la oportunidad de aprender directamente de ellos y establecer contactos profesionales valiosos.
- Oportunidades laborales futuras: Uno de los mayores beneficios de hacer la residencia médica en un hospital público es que muchas veces los egresados son contratados por la institución en la que cursaron la especialidad mediante las ferias de empleo.
Desventajas de elegir un hospital público
- Guardias extremas: Una de las quejas más frecuentes de hacer la residencia médica en un hospital público es que las jornadas laborales suelen ser extenuantes. Además del tiempo que muchas veces es de 36 horas seguidas sin descanso, también hay muchas actividades que se deben realizar, lo que al final conduce al Síndrome de Burnout.
- Estrés y presión constantes: La gran responsabilidad sobre la vida de los pacientes, sumada a la alta demanda y la escasez de personal, genera un ambiente de mucho estrés y presión.
- Recursos limitados y carencias: Otra desventaja de hacer la residencia médica en un hospital público tiene relación con las limitaciones de presupuesto que enfrentan, lo que se traduce en escasez de medicamentos, material de curación, equipo médico obsoleto o falta de tecnología de punta.
- Sobrecarga de trabajo administrativo: Además de las labores clínicas, los residentes suelen encargarse de una gran cantidad de tareas administrativas (expedientes, interconsultas, trámites), lo que resta tiempo a su formación y al cuidado directo del paciente.
- Exposición a situaciones de riesgo: Dada la naturaleza del trabajo y las condiciones de los hospitales, los residentes pueden estar expuestos a riesgos de salud (infecciones, accidentes) y, en ocasiones, a situaciones de violencia o agresión por parte de pacientes o familiares.
- Falta de tiempo para el estudio y la investigación: La carga asistencial es tan pesada que deja poco tiempo para el estudio profundo, la lectura de artículos científicos o la realización de proyectos de investigación, aspectos fundamentales de la formación de un especialista.
- Ambiente jerárquico hostil: Aunque ha mejorado, todavía persisten dinámicas jerárquicas muy marcadas y, en algunos casos, un trato poco humano o incluso “maltrato” por parte de los superiores hacia los residentes.
- Falta de un trato “humanizado” hacia el paciente: Debido al alto volumen y la presión, en ocasiones, el trato hacia el paciente puede volverse más técnico y menos empático, algo que puede ser una crítica a la formación en hospitales públicos.
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A partir de todo lo anterior se puede apreciar que hacer la residencia médica en un hospital público ofrece matices de todos los colores. De ninguna manera se puede caer en extremos y afirmar que todo es completamente bueno o absolutamente malo porque en realidad ofrece tanto ventajas como desventajas.