El Trastorno por Déficit de Atención (TDA) y el Trastorno del Espectro Autista (TEA) son condiciones del neurodesarrollo que requieren diagnóstico temprano, atención multidisciplinaria y seguimiento continuo. En México, se estima que millones de niños viven con alguno de estos trastornos, pero la capacidad del sistema de salud pública para atenderlos sigue siendo limitada y desigual.
El diagnóstico oportuno de TDA o TEA es un reto importante
Uno de los retos más importantes es el diagnóstico oportuno. Muchos niños con TDA o TEA son identificados tardíamente, a veces después de los 7 u 8 años, lo que retrasa intervenciones que podrían mejorar su desarrollo y habilidades sociales. Esto se debe a la escasez de especialistas en pediatría del desarrollo, psiquiatría infantil y neuropsicología dentro del sector público, así como a la falta de protocolos de detección temprana en consultas de primer nivel.
Otro desafío es la disponibilidad de terapias especializadas. Intervenciones como terapia conductual, de lenguaje, ocupacional o programas de habilidades sociales son esenciales, pero en muchas regiones del país solo están disponibles en centros privados, con costos elevados. Los hospitales y clínicas públicas suelen ofrecer servicios limitados, con largas listas de espera que afectan la continuidad del tratamiento.
La formación y sensibilización del personal de salud también es un aspecto clave. Muchos médicos y enfermeras no cuentan con capacitación específica para reconocer señales tempranas de TDA y TEA o para orientar adecuadamente a las familias. Esto genera frustración y, en algunos casos, diagnósticos erróneos.
Algunas estrategias integrales a implantar
En el ámbito escolar, aunque la Secretaría de Educación Pública promueve la inclusión, la coordinación entre escuelas y servicios de salud es insuficiente. Los niños diagnosticados enfrentan barreras como la falta de apoyos pedagógicos, la escasa capacitación docente y el estigma que todavía rodea a estas condiciones.
Para fortalecer la atención, México necesita estrategias integrales que incluyan:
- Capacitación sistemática para personal de salud y educativo.
- Implementación de tamizajes de desarrollo en consultas pediátricas de primer nivel.
- Creación de centros regionales públicos especializados en neurodesarrollo infantil.
- Cobertura de terapias básicas dentro de los sistemas de seguridad social y salud pública.
- Campañas de sensibilización para combatir estigmas y promover la inclusión.
El TDA y el TEA no son condiciones que “se curen” con el tiempo, pero una atención temprana y sostenida puede marcar una diferencia sustancial en la calidad de vida de los niños y sus familias. Mejorar la respuesta del sistema de salud pública no es solo una necesidad médica, sino también un compromiso social con el desarrollo pleno de la niñez en México.