La pandemia de COVID-19 dejó una huella profunda en la salud mental de los profesionales de la salud en México. Los médicos, en particular, enfrentaron jornadas extenuantes, falta de recursos, exposición constante al riesgo y la presión de atender a miles de pacientes en circunstancias críticas. A más de tres años del inicio de la emergencia sanitaria, persisten secuelas emocionales que se manifiestan en altos niveles de burnout y estrés, lo que ha encendido las alarmas sobre la necesidad de apoyo institucional.
El burnout combina agotamiento emocional y físico
El burnout, reconocido por la Organización Mundial de la Salud como un síndrome laboral, combina agotamiento físico y emocional, despersonalización y una disminución en el sentido de logro profesional. En México, diversas encuestas revelan que más del 60% de los médicos presenta síntomas relacionados con esta condición, lo que impacta no solo su bienestar personal, sino también la calidad de la atención que brindan.
El estrés post-pandemia ha agravado la situación. Muchos médicos cargan con experiencias traumáticas: pérdida de colegas, decisiones difíciles en momentos de saturación hospitalaria y el impacto de ver morir a pacientes sin poder ofrecerles los recursos adecuados. Estos recuerdos, sumados a la presión cotidiana del sistema de salud, han derivado en ansiedad, depresión e incluso abandono de la práctica médica en algunos casos.
Es indispensable el apoyo institucional
Frente a este panorama, el apoyo institucional se vuelve indispensable. Algunas iniciativas han comenzado a abrir camino, como la creación de programas de atención psicológica gratuita para personal de salud, la incorporación de talleres de manejo del estrés y la promoción de espacios de autocuidado dentro de hospitales.
Sin embargo, aún falta mucho por hacer. Se requieren políticas públicas que prioricen la salud mental de los médicos con acciones estructurales: reducir cargas laborales excesivas, garantizar condiciones laborales dignas, establecer protocolos de detección temprana de problemas emocionales y fomentar una cultura libre de estigmas en torno a la búsqueda de ayuda psicológica.
Cuidar la salud mental de los médicos mexicanos es un imperativo que trasciende lo individual: se trata de fortalecer al sistema de salud en su conjunto. Un médico que se siente respaldado, valorado y emocionalmente estable podrá ofrecer una atención más humana y de calidad. El reto post-pandemia no es solo reconstruir hospitales y servicios, sino también sanar a quienes han estado en la primera línea del cuidado.