La propuesta de reinventar la formación médica en México representa un destello de esperanza en un panorama a menudo desalentador, “El modelo educativo basado en competencias” en el marco del modelo de atención a la Salud para el Bienestar (MAS-Bienestar) documento de carácter oficial que aboga por un Modelo Educativo Basado en Competencias pinta un cuadro idealista y necesario de un médico integral, comunitario y empático, sin embargo, este ideal choca frontalmente con la compleja realidad estructural del país.
El análisis complementario, basado en la revisión teórica de Ramírez-Díaz (2020), actúa como un necesario antídoto contra el optimismo ingenuo, al enumerar con precisión las profundas debilidades y brechas que amenazan con hacer naufragar la propuesta. Este análisis sostiene que, si bien la visión del modelo por competencias es valiosa y correcta en su dirección, su implementación exitosa depende de una visión estratégica que priorice la equidad y la homologación internacional, transformando las críticas en pilares de acción concreta para superar las desigualdades.
Teniendo en cuenta la visión idealista, da como resultado que el modelo tradicional, centrado en la acumulación de conocimiento teórico, demuestra hoy en día ser insuficiente para formar médicos capaces de navegar las complejidades del sistema de salud mexicano y las necesidades de una población diversa. Su enfoque en la Atención Primaria de Salud (APS), la humanización y la educación continua es no solo loable, sino imprescindible, alineándose con llamados internacionales para una formación más holística (Frenk et al., 2010).
No obstante, se mencionan “retos” como la resistencia al cambio y la necesidad de recursos, pero se queda en la superficie del problema. La propuesta se asemeja a un mapa con un destino claro, pero sin una ruta detallada que indique cómo cruzar los profundos barrancos de la desigualdad. Es aquí donde el análisis crítico basado en Ramírez-Díaz (2020) se vuelve crucial, al proveer una cartografía precisa de esos obstáculos.
Las brechas estructurales son sin duda el mayor obstáculo para la equidad por lo que la aplicación cruda del enfoque por competencias, sin una lente de equidad, corre el riesgo de exacerbar las desigualdades ya existentes en nuestro país, dejando en claro que se requiere implementar una constante brecha de homologación: dejando ver a simple vista la necesidad de contar con un marco nacional de competencias médicas que una vez instaurado se capaz de armonizar y crea un sistema educativo no tan fragmentado en las escuelas públicas. Mientras una escuela privada de élite puede alinearse con estándares como los de la Accreditation Council for Graduate Medical Education (ACGME) o el marco CanMEDS, una escuela pública rural carece de los recursos y la orientación para hacerlo, esto genera dos clases de médicos, perpetuando una movilidad laboral inequitativa (Frank & Danoff, 2007).
Por si fuera poco si hablamos de la existencia de la brecha de recursos e infraestructura: la dicotomía entre instituciones públicas y privadas es abismal.
Hablar de simulaciones clínicas o plataformas digitales es una quimera para muchas escuelas que luchan por tener infraestructura básica. Un modelo basado en competencias, que depende fuertemente de la práctica y la tecnología, puede fracasar si no se democratiza el acceso a estos recursos, un problema estructural ampliamente documentado en México (Frenk et al., 2010).
En relación a la brecha en la evaluación: el énfasis persistente en exámenes teóricos memorísticos es la antítesis del enfoque por competencias. Evaluar habilidades como la empatía o el trabajo en equipo requiere herramientas complejas como portafolios electrónicos o evaluaciones 360°. Implementar estos sistemas de forma estandarizada y confiable en todo el país es un desafío monumental de capacitación y financiamiento que tampoco puede obviarse (Talbot, 2004).
Hacia una visión estratégica: de la crítica a la acción equitativa ¿Qué podemos hacer para contribuir en la mejora de la educación médica tanto de pre como de posgrado?, la crítica no debe ser un punto final, sino un punto de partida. La propuesta estratégica adjunta ofrece un marco sólido para traducir la visión ideal en una política pública viable y equitativa, por ello esta visión debe articularse en torno a tres ejes principales:
Equidad como principio rector: toda implementación debe pasar por un “filtro de equidad” y me refiero a que debe crearse un Fondo Nacional para la Democratización de la Educación Médica que priorice a las escuelas públicas y de regiones marginadas, financiando infraestructura tecnológica y simuladores de bajo costo pero alta eficacia, por lo que la cooperación internacional debe incluir cláusulas de reciprocidad que beneficien específicamente a estas instituciones.
La homologación como palanca de calidad y movilidad: la creación de un Marco Nacional de Competencias, alineado con marcos internacionales pero contextualizado para la realidad mexicana (con un fuerte componente de salud pública y APS), es urgente, ya que esto no sólo elevaría el estándar de calidad, sino que permitiría la movilidad laboral y académica de los egresados, evitando que su formación quede confinada.
Una evaluación integral de la humanización: Para evitar el “reduccionismo conductista” que prioriza lo técnico sobre lo humano (Ramírez-Díaz, 2020), el sistema de evaluación debe ser reformulado, y me refiero precisamente a que es imperativa la implementación de portafolios clínicos digitales que documenten el recorrido del estudiante en comunidades, junto con rúbricas validadas para medir la comunicación y el profesionalismo, para de esta forma asegurar que la humanización no sea un eslogan, sino una competencia evaluada y ampliamente desarrollada.
Conclusión
El modelo educativo basado en “competencias” en el marco del modelo de atención a la Salud para el Bienestar (MAS-Bienestar) plantea el “qué” de la reforma médica en México: una formación competente y humana. Este análisis crítico expone el “por qué” no se ha logrado: las brechas estructurales y la falta de una estrategia sistémica. La verdadera tarea reside en construir el “cómo”.
La visión estratégica para mejorar la educación médica debe ser, ante todo, una política de Estado con un compromiso férreo con la equidad e igualdad de condiciones y acceso.
Se trata de entender que la calidad de la formación no puede ser un privilegio de unos cuantos, la implementación del enfoque por competencias, guiada por la homologación internacional, la democratización de los recursos y una evaluación verdaderamente integral, puede ser el catalizador que sin duda puede cerrar estas brechas y solo así se podrá formar una generación de médicos que no solo están técnicamente preparados, sino que sean agentes de cambio y equidad en un sistema de salud que los necesita de manera urgente.
El cambio es necesario, pero solo será efectivo si es, sobre todo, un cambio hacia la justicia educativa, para forjar desde las aulas el cambio que el sistema reclama.
Referencias Bibliográficas
1. Frank, J. R., & Danoff, D. (2007). The CanMEDS initiative: implementing an outcomes-based framework of physician competencies. Medical Teacher, *29*(7), 642-647. https://doi.org/10.1080/01421590701746983
2. Frenk, J., Chen, L., Bhutta, Z. A., Cohen, J., Crisp, N., Evans, T., Fineberg, H., Garcia, P., Ke, Y., Kelley, P., Kistnasamy, B., Meleis, A., Naylor, D., Pablos-Mendez, A., Reddy, S., Scrimshaw, S., Sepulveda, J., Serwadda, D., & Zurayk, H. (2010). Health professionals for a new century: transforming education to strengthen health systems in an interdependent world. The Lancet, *376*(9756), 1923-1958. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(10)61854-5
3. Ramírez-Díaz, M. (2020). El enfoque por competencias y su relevancia en la actualidad: Consideraciones desde la orientación ocupacional en contextos educativos. Revista de Investigación Educativa, *15*(2), 45-60.
4. Talbot, M. (2004). Monkey see, monkey do: a critique of the competency model in graduate medical education. Medical Education, *38*(6), 587-592. https://doi.org/10.1046/j.1365-2923.2004.01794.x
5. Instituto de Salud para el Bienestar. (2023). Modelo educativo basado en competencias en el marco del Modelo de Atención a la Salud para el Bienestar (MAS-Bienestar). Secretaría de Salud. https://www.gob.mx/insabi
El Dr. Victor Francisco Herrera Reyes es Médico Especialista en Medicina Familiar y profesor e Investigador en la División de Ciencias de la Salud de la Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo.