En las últimas décadas, México ha enfrentado un incremento preocupante en los índices de obesidad infantil. Según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, uno de cada tres niños padece sobrepeso u obesidad, lo que ha encendido alertas no solo por el impacto en enfermedades metabólicas como la diabetes, sino también por el aumento de padecimientos menos visibles pero igualmente graves: las enfermedades hepáticas.
Entre ellas destaca la enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA), considerada ya una de las principales enfermedades crónicas emergentes en la población pediátrica mexicana. Este padecimiento ocurre cuando se acumula grasa en el hígado de niños y adolescentes sin antecedentes de consumo de alcohol, lo que puede evolucionar a inflamación crónica, fibrosis e incluso cirrosis en la edad adulta.
El origen de la diabetes infantil puede estar en el sedentarismo
El origen está estrechamente ligado a la mala alimentación y al sedentarismo. El consumo excesivo de bebidas azucaradas, comida ultraprocesada y una baja ingesta de frutas y verduras favorecen la acumulación de grasa en el organismo. A esto se suma la falta de actividad física, que limita el gasto energético y potencia el desarrollo de obesidad abdominal, uno de los principales factores de riesgo para la salud hepática.
El problema se agrava porque la EHGNA es, en sus etapas iniciales, silenciosa. Muchos niños no presentan síntomas evidentes, por lo que el diagnóstico suele hacerse tarde, cuando la enfermedad ya ha avanzado. Esto convierte a la prevención y la detección temprana en ejes fundamentales.
Los programas escolares son esenciales en esta lucha
En este contexto, los pediatras y nutriólogos juegan un papel crucial. El monitoreo periódico de peso, índice de masa corporal y pruebas de función hepática permite identificar riesgos a tiempo. Al mismo tiempo, la promoción de hábitos saludables desde la infancia es indispensable: fomentar la actividad física regular, limitar el consumo de azúcares añadidos y garantizar una dieta equilibrada rica en fibra y nutrientes.
Las políticas públicas también son determinantes. Programas escolares que incluyan educación nutricional, espacios para el deporte y regulación más estricta de la publicidad de alimentos ultraprocesados son pasos necesarios para frenar esta tendencia.
Las enfermedades hepáticas asociadas con la obesidad infantil representan una amenaza creciente para la salud de los mexicanos. Atenderlas no solo implica mejorar la atención médica, sino también transformar el entorno alimentario y cultural en el que crecen los niños. Prevenir hoy significa proteger la salud de las generaciones futuras.