En la era digital, los hábitos alimentarios de los niños ya no se definen únicamente en el hogar o en la escuela: las redes sociales han entrado con fuerza en la construcción de sus preferencias y decisiones. Plataformas como TikTok, Instagram o YouTube se han convertido en escaparates de recetas rápidas, retos virales y publicidad disfrazada que influyen directamente en la dieta infantil y lo que los niños quieren ver en su lonchera y consumir a lo largo del día.
Los retos virales de comida influyen en la dieta infantil
Uno de los principales factores es la exposición constante a publicidad no tradicional. Aunque existen regulaciones para la publicidad de alimentos dirigida a menores en televisión, en las redes sociales la frontera es más difusa. Influencers juveniles promocionan bebidas azucaradas, frituras o postres ultraprocesados bajo la apariencia de contenido de entretenimiento. Para un niño, estas recomendaciones no se perciben como anuncios, sino como ejemplos aspiracionales.
Además, los retos virales de comida marcan tendencias que llegan rápidamente a las escuelas. Desde probar snacks con exceso de picante hasta combinar productos altos en azúcar, muchos de estos contenidos refuerzan hábitos poco saludables. El problema se agrava cuando los niños presionan a sus padres para incluir estos productos en su lonchera, asociándolos con diversión, popularidad o pertenencia al grupo.
Se trata de un reto para familias y educadores
Por otro lado, no todo es negativo. También existen oportunidades educativas: cuentas de nutricionistas, pediatras y proyectos escolares que aprovechan la misma lógica de lo visual y lo breve para promover opciones saludables, como recetas de lunch fáciles, atractivas y nutritivas. La clave está en competir con el mismo lenguaje digital que capta la atención de los más jóvenes.
El reto para las familias y educadores es doble. Por un lado, se necesita alfabetización digital: enseñar a los niños a identificar la publicidad encubierta y a reflexionar críticamente sobre lo que consumen en redes. Por otro, es necesario crear alternativas atractivas que no solo informen, sino que también generen deseo hacia alimentos saludables.
Las redes sociales ya están moldeando lo que los niños quieren comer, y esa influencia se refleja en sus loncheras. Ignorar este fenómeno es dejar el terreno libre a la publicidad de productos ultraprocesados. En cambio, entenderlo y responder con creatividad, regulación y educación puede convertir a estas plataformas en aliadas para una mejor nutrición infantil.