La pandemia de COVID-19 no solo dejó secuelas físicas, sino también un profundo impacto en la salud mental de la población mexicana. El aislamiento, la pérdida de seres queridos, la incertidumbre económica y los cambios en la rutina provocaron un aumento significativo de los casos de depresión, ansiedad y estrés crónico.
Según datos de la Secretaría de Salud y de la Encuesta Nacional de Bienestar Autoinformado (ENBIARE), cerca del 35% de los mexicanos ha experimentado síntomas de ansiedad, y un 28% ha manifestado signos de depresión después de la pandemia. Lo preocupante es que muchos de estos casos permanecen sin diagnóstico ni tratamiento, especialmente en zonas rurales y entre poblaciones vulnerables.
El desafío del sistema de salud mexicano frente a la salud mental
México enfrenta un déficit de atención psiquiátrica y psicológica: hay menos de 4 psiquiatras por cada 100,000 habitantes, y la mayoría se concentran en las grandes ciudades. A esto se suma la falta de presupuesto y de programas permanentes en salud mental, que aún representan un porcentaje mínimo del gasto público en salud.
El IMSS, ISSSTE y la Secretaría de Salud han iniciado esfuerzos para fortalecer la atención a través de líneas telefónicas, consultas virtuales y campañas de sensibilización. Sin embargo, los especialistas advierten que se necesita una estrategia nacional integral, con enfoque preventivo, comunitario y accesible.
Romper el estigma y promover la prevención
Más allá de la infraestructura médica, el mayor reto sigue siendo romper el estigma social que rodea a los trastornos mentales. En México, muchas personas aún temen buscar ayuda por miedo al juicio o la incomprensión.
Promover la educación emocional desde la infancia, capacitar al personal de salud general y fomentar la detección temprana en escuelas y lugares de trabajo son pasos esenciales para revertir esta crisis.
Un llamado urgente para mejorar la salud mental
Atender la salud mental en México ya no es una opción, sino una necesidad urgente. La depresión y la ansiedad postpandemia son un recordatorio de que la salud no puede entenderse sin el bienestar emocional. Invertir en prevención, tratamiento y empatía es invertir en el futuro del país.