Tradicionalmente, la salud ósea se asocia con la menopausia y el envejecimiento, cuando el riesgo de osteoporosis aumenta por la disminución de estrógenos. Sin embargo, cuidar los huesos no debería comenzar a los 50 años. La masa ósea se forma y fortalece principalmente durante la juventud, y lo que se haga en esas etapas será determinante para prevenir fracturas y enfermedades óseas en el futuro.
La salud ósea depende de una combinación de factores
En las mujeres jóvenes, la salud ósea depende de una combinación de factores: genética, nutrición, actividad física y estilo de vida. Durante la adolescencia y la adultez temprana, el organismo alcanza su pico máximo de densidad ósea, un punto en el que los huesos son más fuertes y densos. Si en esta fase se presentan deficiencias nutricionales, desórdenes hormonales o hábitos poco saludables, se puede comprometer la fortaleza del esqueleto a largo plazo.
Uno de los principales riesgos para las mujeres jóvenes es la deficiencia de calcio y vitamina D, nutrientes esenciales para la formación y mantenimiento del tejido óseo. Dietas restrictivas, consumo excesivo de ultraprocesados y poca exposición al sol pueden afectar la absorción de estos elementos. Del mismo modo, el bajo peso corporal o los trastornos alimentarios como la anorexia reducen la masa ósea y aumentan la posibilidad de fracturas.
Los trastornos hormonales debilitan los huesos
Otro factor clave es el ejercicio físico, especialmente las actividades que implican impacto o resistencia, como caminar, correr, bailar o levantar pesas. Estas prácticas estimulan la formación ósea y fortalecen los músculos que protegen las articulaciones. En cambio, el sedentarismo, tan común en la vida moderna, favorece la pérdida progresiva de densidad ósea incluso antes de los 30 años.
Asimismo, los trastornos hormonales —como el síndrome de ovario poliquístico o la amenorrea por exceso de ejercicio o estrés— pueden alterar la producción de estrógenos y debilitar los huesos. La detección temprana y el acompañamiento médico son fundamentales para evitar complicaciones a futuro.
Cuidar la salud ósea desde la juventud es una inversión preventiva. Una alimentación equilibrada, ejercicio regular, evitar el tabaco y el alcohol, y realizar chequeos periódicos son hábitos que marcan la diferencia. La salud de los huesos no es solo un tema de mujeres mayores; es una responsabilidad que comienza mucho antes.
