En el consultorio, el médico lo ve todos los días: cansancio crónico, somnolencia diurna, cefaleas matutinas, hipertensión mal controlada, deterioro cognitivo insidioso. Muchos de esos cuadros tienen un denominador común que sigue pasando inadvertido: la apnea obstructiva del sueño. No es un problema menor ni raro, pero continúa siendo uno de los grandes padecimientos subdiagnosticados en la práctica clínica cotidiana.
Apnea del sueño: una enfermedad frecuente que aún se detecta tarde
Como sabemos, la apnea obstructiva del sueño es un trastorno caracterizado por la obstrucción intermitente de la vía aérea superior durante el sueño, con episodios repetidos de hipoxia, microdespertares y fragmentación del descanso. Sus manifestaciones clínicas son bien conocidas: ronquido intenso, pausas respiratorias presenciadas, somnolencia diurna, irritabilidad, bajo rendimiento cognitivo y dificultades de concentración.
Las consecuencias sistémicas son aún más relevantes para el ejercicio médico: incremento del riesgo cardiovascular, asociación directa con hipertensión arterial resistente, mayor incidencia de eventos cerebrovasculares, alteraciones metabólicas y deterioro neurocognitivo progresivo. Sin embargo, el diagnóstico sigue retrasándose porque muchos pacientes normalizan los síntomas o los atribuyen al estrés, al sobrepeso o a la edad.
Cabe decir que el tratamiento con presión positiva continua en la vía aérea (CPAP) es, hoy por hoy, la intervención con mayor sustento clínico para el control de la apnea del sueño moderada a severa. La nueva generación de equipos incorpora monitoreo remoto, registro de adherencia y ajustes de presión basados en datos, lo que representa una herramienta valiosa para el seguimiento clínico. La experiencia muestra que cuando el paciente logra una buena adherencia, los beneficios son claros: normalización del descanso, reducción de la somnolencia, mejor control de la presión arterial y mejoría subjetiva del estado funcional.
No obstante, ningún dispositivo sustituye la responsabilidad médica integral. El manejo de la apnea requiere educación al paciente, modificación de hábitos, abordaje del sobrepeso, control del consumo de alcohol y vigilancia clínica estrecha. El reto para el médico sigue siendo detectar oportunamente un trastorno que aún permanece subestimado.
Farmacias del Bienestar: ¿solución al abasto o paliativo focalizado?
En paralelo al reto clínico de detectar y tratar enfermedades crónicas, el médico enfrenta otro obstáculo estructural: el acceso real a medicamentos. En este contexto surgen las Farmacias del Bienestar, un modelo de módulos de entrega dirigidos a adultos mayores y personas con discapacidad, vinculados al programa de atención domiciliaria del gobierno federal.
En teoría, el esquema busca acercar el medicamento al paciente, reducir filas y asegurar continuidad terapéutica. En la práctica, persiste una pregunta de fondo que los médicos conocen bien: el principal problema del sistema no ha sido el punto de entrega, sino la compra oportuna, la distribución profesional y la certeza de abasto continuo.
Además, el programa inicia con un número limitado de claves terapéuticas, enfocadas sobre todo en enfermedades crónicas frecuentes. Esto puede representar un alivio parcial para un segmento específico de la población, pero no soluciona el desabasto que golpea a hospitales de segundo y tercer nivel, ni a los pacientes con cáncer, trasplantes o enfermedades raras.
Desde el punto de vista médico, el riesgo es generar una expectativa de solución estructural cuando en realidad se trata de un programa focalizado. El verdadero impacto en la continuidad de los tratamientos dependerá de algo que el gremio conoce bien: licitaciones técnicas, pagos puntuales, cadenas de suministro estables y transparencia operativa.
Estetoscopio
- Esta semana, la señora Graciela Castillo cumple 80 años esperando una cirugía de cataratas que el sistema público de salud no le ha otorgado. Para el médico, el impacto de esta omisión es evidente: pérdida progresiva de agudeza visual, aumento del riesgo de caídas, aislamiento, dependencia funcional y deterioro emocional. No se trata de una cirugía de alta especialidad. Es un procedimiento rutinario, con enorme impacto en la calidad de vida.
- Postergar una intervención de este tipo no solo prolonga la discapacidad, también acelera el deterioro integral del adulto mayor. Desde el punto de vista clínico, es inaceptable que una patología tratable evolucione hasta convertirse en una limitación severa por fallas administrativas. Este no es un favor que se solicita para la paciente. Es su derecho como derechohabiente.
- Desde este espacio se hace un llamado directo a las autoridades sanitarias: la señora Graciela Castillo requiere atención inmediata. La salud pública no puede medirse solo en programas anunciados, sino en pacientes efectivamente atendidos. Para quienes ejercen la medicina todos los días, esa diferencia no es retórica: es la frontera entre la rehabilitación y la discapacidad permanente.
Jorge Arturo Castillo es profesor de Periodismo y director editorial de Mundo Farma.
