La alimentación en la infancia es determinante para el crecimiento físico, el desarrollo cognitivo y la instauración de hábitos saludables a largo plazo. En ese sentido, los alimentos ultraprocesados se han convertido en un tema de preocupación creciente, ya que su consumo excesivo se relaciona con múltiples problemas de salud desde edades tempranas.
Los alimentos ultraprocesados son productos industriales que han sido elaborados a partir de ingredientes refinados, aditivos, colorantes, saborizantes y conservantes, y que poco o nada conservan de su estado original. Suelen tener un sabor muy atractivo, una presentación llamativa y una larga vida útil, lo que los hace altamente accesibles y tentadores, especialmente para los niños.
¿Cómo identificar los alimentos ultraprocesados?
Algunos ejemplos comunes incluyen:
- Galletas, cereales de desayuno azucarados, bollería industrial.
- Snacks salados como papas fritas, palitos o galletas saladas.
- Bebidas azucaradas, jugos envasados, refrescos.
- Postres lácteos con colorantes y azúcares añadidos.
- Productos “para niños” con dibujos animados, pero altos en azúcar, sal y grasas.
Una forma sencilla de identificarlos es leer la etiqueta: si tiene una larga lista de ingredientes poco reconocibles (como jarabe de maíz de alta fructosa, glutamato monosódico, estabilizantes o colorantes), probablemente se trata de un ultraprocesado.
¿Por qué evitar los alimentos ultraprocesados?
Diversos estudios han demostrado que una dieta alta en alimentos ultraprocesados se asocia con:
- Aumento del riesgo de sobrepeso y obesidad infantil.
- Mayor probabilidad de desarrollar enfermedades como diabetes tipo 2 e hipertensión en la adolescencia.
- Problemas de concentración, cambios de humor e incluso alteraciones en el sueño.
- Reemplazo de alimentos nutritivos, lo que lleva a deficiencias de vitaminas, minerales y fibra esenciales para el desarrollo.
Además, estos productos pueden generar una relación poco saludable con la comida desde edades tempranas, ya que están diseñados para ser hiperpalatables (es decir, muy sabrosos y difíciles de dejar de comer).
¿Qué hacer como padres?
- Ofrecer alimentos frescos y preparados en casa la mayor parte del tiempo.
- Educar con el ejemplo: si los adultos evitan ultraprocesados, los niños lo harán también.
- Limitar su presencia en casa y reservarlos solo para ocasiones puntuales.
- Incentivar el gusto por frutas, verduras, legumbres y cereales integrales desde pequeños.
Promover una alimentación basada en productos reales, variados y mínimamente procesados es una de las mejores decisiones que podemos tomar por la salud presente y futura de nuestros hijos.