La enfermedad de Alzheimer en México representa un problema de salud que está subdiagnosticado. De acuerdo con una nueva investigación publicada en la revista Economist Impact, la amplia mayoría de los casos no son identificados a tiempo. Lo más grave es que algunos pacientes incluso fallecen sin conocer con certeza su condición.
Más allá del envejecimiento poblacional hay otros factores detrás de esta situación y es uno de los puntos medulares de la investigación. Además, ante padecimientos como la demencia, no es suficiente con promover estilos de vida saludables sino también revisiones médicas periódicas para identificar cualquier enfermedad desde sus primeras etapas.
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Estado actual del Alzheimer en México
De acuerdo con las cifras oficiales, la enfermedad de Alzheimer afecta al 7.9% de las personas mayores de 60 años en México, además es más frecuente en mujeres (9.1%) y en zonas rurales (9.4%).
El problema es que hasta el 90% de los casos podrían no estar diagnosticados, de acuerdo con estimaciones internacionales del estudio Changing the Narrative: Alzheimer’s Disease in Mexico.
A lo anterior se suma que, una vez aparecen los primeros síntomas, el tiempo promedio para recibir un diagnóstico puede ir de 3 a 10 años, lo que limita gravemente las posibilidades de intervención oportuna y atención integral.
Con esto en mente, el informe analizó la respuesta institucional ante el Alzheimer. El documento se basa en datos públicos y entrevistas con expertos nacionales para examinar el estado actual de la enfermedad en nuestro país.
Esa carga se refleja también en el trabajo de cuidado no remunerado, que recae principalmente en mujeres y que representa el 17.6% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, una cifra superior al promedio combinado de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) (15%), según destaca el informe.
Los motivos detrás de la falta de diagnósticos de Alzheimer en México
Aun teniendo estas alarmantes cifras, no existen campañas nacionales de concientización, ni protocolos diagnósticos estandarizados, y la atención se encuentra fragmentada entre instituciones públicas, privadas y de seguridad social.
“La demencia es una condición que aún se diagnostica poco y tarde. El Plan Nacional es un avance, pero para que funcione requiere articulación con los servicios de salud y herramientas adecuadas en todos los niveles de atención”, señala la Dra. Sara Gloria Aguilar Navarro, jefa del Servicio de Geriatría del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ), quien participó como experta en la elaboración del informe.
El documento también advierte sobre las barreras estructurales para el diagnóstico oportuno. Por ejemplo, la escasez de equipos como resonancias magnéticas porque México tiene menos del 10% del promedio de disponibilidad en países desarrollados, y la baja disponibilidad de pruebas de biomarcadores dificultan el acceso a una detección temprana. Esto hace que el diagnóstico pueda retrasarse hasta 10 años desde los primeros síntomas, afectando las posibilidades de intervención y tratamiento.
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No existe un Registro Nacional de Alzheimer en México
Otro hallazgo clave del informe es la ausencia de un registro nacional de datos sobre Alzheimer, lo que limita el diseño de políticas públicas basadas en evidencia y dificulta dimensionar la magnitud real del problema.
Esta carencia incluye también la falta de un registro específico de personas diagnosticadas, lo que impide dar seguimiento a los casos, planificar servicios y distribuir recursos de manera efectiva.
A ello se suma la inexistencia de un modelo unificado de formación para profesionales de salud, especialmente en el primer nivel de atención, lo que agrava la subdetección y retrasa la atención oportuna.
México cuenta con un Plan Nacional de Demencia desde 2014, actualizado en 2024; sin embargo, su implementación sigue siendo limitada. El informe recomienda reforzar acciones clave como campañas públicas para reducir el estigma, protocolos nacionales de detección temprana, ampliación de la infraestructura diagnóstica en zonas rurales, un sistema nacional de datos epidemiológicos sobre Alzheimer y una estrategia formal de apoyo a cuidadores que incluya formación, financiamiento y acceso a servicios.