En 1998, un trabajo científico relacionado a las vacunas y al autismo generó una enorme desconfianza contra la vacunación. Casi 2 décadas después, y a pesar de demostrarse que el estudio era un fraude, este movimiento ha ido en aumento por el número de personas que deciden no vacunar a sus hijos ante el temor de que estos enfermen o mueran.
Por esta razón algunas enfermedades que estaban en camino de erradicarse por completo del planeta -como era el caso del sarampión y la fiebre amarilla- y que apenas afectaban a grupos minoritarios y lugares muy específicos, mayoritariamente ubicados en países subdesarrollados del llamado ‘Tercer Mundo’ como África, han reaparecido en los últimos años y han causado el descenso e infección de miles de personas en todo el mundo.
A pesar de que las campañas a favor de la vacunación tienen base científica, muchos deciden ignoran estas evidencias, poniendo en valor otras que se centran, sobre todo, en la moralidad.
Una investigación elaborada en Estados Unidos, afirma que existen comunidades enteras que permanecen sin vacunar, elevando el riesgo de provocar brotes de enfermedades prevenibles como la Difteria, la Influenza, el zika, entre otras.
Un último caso acontecido en EE UU ha puesto a los antivacunas, de nuevo, en el centro del debate cuando una mujer de Detroit, (Estado en el que no hay obligación de vacunar a los hijos) ha asegurado en varios medios que prefiere ir a la cárcel que poner las nuevas vacunas a su hijo de nueve años.
La madre fue demandada por su ex marido quien está a favor de las vacunas y ahora el juicio contra ella está en pie.
Vacunar a mi hijo iría en contra de mi religión. Esto se trata del derecho a decidir. De elección. De poder elegir las opciones médicas con respecto a mis hijos. La mayoría piensa lo contrario por lo que lo más que probable es que entre en prisión.