De acuerdo con la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), en su informe Health at a Glance 2017, México ocupa el primer lugar en casos de diabetes con una tasa de incidencia del 17 por ciento. Por si fuera poco, este padecimiento es la segunda causa de mortalidad entre la población adulta del país.
Una de las características principales de la diabetes es su afectación del sistema inmune de las personas. Por eso es importante que, como un experto de la salud, revises el historial de todos tus pacientes y verifiques que tengan las vacunas correspondientes de algunas infecciones de alto riesgo.
Una de estas vacunas es la antiinfluenza. Además de las dosis contempladas para niños en el Esquema Nacional de Vacunación, también se le recomienda a las personas de alto riesgo mayores de 19 años, como lo son quienes padecen diabetes.
También debes verificar que tus pacientes tengan la vacuna Tdpa. Aunque la Secretaría de Salud (SSa) la recomienda solo a embarazadas entre 5 y 8 meses de gestación, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) sugiere que todas las personas con diabetes se sometan a una dosis en su vida, más un refuerzo cada 10 años.
Otra vacuna importante es la del herpes zóster. Aunque en México la incidencia de esta enfermedad es menor que en otros países (1 de cada 5 personas adultas la desarrollan, contra 1 de cada 3 en Estados Unidos), tus pacientes con diabetes deben de estar protegidos contra esta enfermedad, especialmente si tuvieron varicela de niños.
La vacuna antineumocócica polivalente sólo se recomienda a toda la población de más de 65 años de edad o a las personas de 60 a 64 en condiciones de riesgo; con refuerzos cada 5 años. Sin embargo, existe una versión pediátrica (neumococo conjugada) que es indispensable aplicar tres veces a los infantes antes del año, en particular si tienen historial familiar de diabetes.
Finalmente, la antihepatitis B es una vacuna que generalmente se aplica a los niños antes del año de edad, pero muchas personas suelen retrasar o desestimar por completo la aplicación de este tratamiento en sus hijos. SSa prevé que las personas obtengan su dosis antes de cumplir los 11 años, pero CDC recomienda que los adultos diabéticos mayores de 60 años también sean examinados para determinar si es necesario una dosis adicional.