El exceso de azúcar en la alimentación infantil es uno de los principales factores que contribuyen a problemas como la obesidad, la diabetes tipo 2 y las caries dentales. En México, donde los refrescos, jugos industrializados, panes dulces y cereales azucarados están ampliamente disponibles, reducir el consumo de azúcar en la dieta infantil puede parecer un reto. Sin embargo, es posible lograrlo sin renunciar al sabor ni a la satisfacción en las comidas.
El primer paso es identificar las fuentes ocultas de azúcar. Muchos productos que se ofrecen como “saludables” para niños, como yogures saborizados, barras de granola o jugos de frutas, contienen altos niveles de azúcares añadidos. Leer etiquetas y elegir versiones naturales o sin azúcar añadida es una estrategia clave.
Puedes preparar aguas frescas en vez de refrescos con azúcar
En lugar de refrescos o bebidas industrializadas, se pueden preparar aguas frescas naturales sin azúcar, usando frutas como jamaica, tamarindo, sandía o pepino. Al acostumbrar el paladar infantil a sabores menos dulces desde temprana edad, se reduce la dependencia al azúcar.
Otra opción es endulzar naturalmente con frutas. El plátano, la manzana, la papaya o el mango pueden utilizarse en licuados, postres caseros o panqués. Las frutas secas como dátiles o pasas también pueden aportar dulzor a preparaciones como galletas o barras energéticas caseras, sin necesidad de azúcar refinada.
Cocinar en casa y evitar los ultraprocesados es esencial. Hacer postres caseros con menos azúcar, usando ingredientes como canela, vainilla o cacao puro, permite controlar el nivel de dulzor y ofrecer opciones ricas sin excesos.
También es primordial dar ejemplo
Fomentar la educación del gusto también ayuda: enseñar a los niños a apreciar sabores menos dulces y naturales favorece una relación más saludable con la comida. No se trata de prohibir el azúcar por completo, sino de limitarla y ofrecer alternativas nutritivas y sabrosas.
Por último, es importante dar el ejemplo. Si los adultos en casa eligen opciones menos azucaradas, los niños tienden a imitarlos. Comer en familia y hacer de la alimentación un momento positivo también influye en sus hábitos.
Reducir el consumo de azúcar no significa renunciar al sabor, sino reeducar el paladar con creatividad y cariño. Con alimentos naturales, recetas caseras y buenos hábitos, es posible cuidar la salud infantil sin sacrificar el placer de comer.