¿Quién eres cuando alguien te busca en Google? Coloca tu nombre en un buscador, eso que aparece es lo que el mundo ve —o no ve— sobre ti. ¡Exacto! Eso es hoy tu marca personal.
Puede parecer una dinámica simple, pero en la práctica dice mucho más que cualquier diploma colgado en la pared. Hoy, la primera consulta ocurre antes del saludo: sucede en línea, cuando un paciente, colega o reclutador revisa tu nombre y encuentra una historia que contar.
La marca personal no es un invento de influencers ni una vanidad de redes. Es, en esencia, la manera en que el mundo te percibe como médico. Lo que proyectas —en tu tono, tus publicaciones, tus valores y tu presencia digital— influye directamente en la confianza que generas.
Construirla no es un lujo, es parte de ejercer tu profesión en la era digital. Cuando cada paciente puede comparar, leer reseñas o ver videos, puede tener una identidad clara y coherente, es lo que distingue al médico genérico del médico memorable.
Las redes sociales, bien usadas, pueden ser una extensión de tu consulta. No se trata de acumular seguidores, sino de generar credibilidad y cercanía. Un video breve explicando un tratamiento, una reflexión sobre tu especialidad, una historia que humanice la experiencia médica: todo eso construye marca.
Cada publicación es una pieza de reputación. La imagen que eliges, las palabras que usas, incluso el silencio entre posteos: todo habla de ti. Y en ese ruido digital, la autenticidad es el filtro más poderoso.
La medicina, al final, sigue siendo una relación humana. Por eso, una marca médica sólida nace del propósito.
Tu mensaje central podría resumirse en una idea sencilla, por ejemplo: “Acompaño con ciencia y empatía a quienes buscan entender su salud.”
A partir de ahí, todo se ordena. Lo que compartes, cómo respondes, qué tono usas. No es marketing: es coherencia entre lo que haces y lo que muestras.
Te comparto, los tres pilares de una marca médica:
- Claridad: define en pocas palabras qué te hace distinto. ¿Qué tipo de médico quieres ser recordado como?
- Valor: crea contenido que enseñe, oriente o inspire. Las redes premian la utilidad.
- Cuidado: respeta los límites éticos y la privacidad. Una buena marca nunca compromete la confidencialidad ni banaliza la práctica médica.
No lo olvides, cada plataforma cumple un rol, LinkedIn te posiciona ante colegas, aseguradoras, hospitales o instituciones; Instagram y TikTok te permiten acercarte a pacientes con educación visual y lenguaje simple; YouTube te da profundidad: espacio para explicar, enseñar, construir comunidad.
No hay fórmula universal. El secreto está en la constancia y el propósito. Publicar poco, pero con sentido, deja más huella que inundar con ruido.
Cuando un paciente siente que “te conoce” antes de verte, ya diste el primer paso hacia la confianza y cuando tu presencia digital inspira respeto entre colegas, amplías tu alcance profesional.
La marca personal no reemplaza tu práctica: la sostiene, la comunica y la prepara para el futuro.
Víctor Alfonso Recillas es Subdirector de Inteligencia de Negocio y Marketing LATAM en Nomad Genetics y Sanaré.
