Desde 2006 he participado como miembro activo del Patronato del Centro de Atención de la Juventud de Reynosa, Tamaulipas, considerado como Centro de Atención Primaria contra las Adicciones también conocido como CAPA, en donde, entre otras funciones, se realizan actividades con la población adolescente, sobre todo, para brindar información, asesoría, evaluación y referencia relacionadas al uso y abuso de drogas tanto lícitas como ilícitas.
Durante este período de tiempo siempre nos ha llamado la atención que en las evaluaciones anuales observamos que el número de jóvenes que experimentan con alguna de las sustancias antes mencionadas aumenta y que la edad de inicio disminuye invariablemente.
Hemos sido testigos de campañas de concientización y prevención, con sus respectivas variantes sexenales, pero los resultados no han sido favorables hasta la fecha.
Prueba de lo anterior están los datos de la encuesta 2016 de la Comisión Nacional contra las Adicciones (CONADIC) en que reportan que la edad en que tanto niños como niñas empiezan a tomar alcohol es a los ¡10 años! Así mismo de acuerdo a la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas Alcohol y Tabaco (ENCODAT 2016) el 39.8% de los menores de edad han consumido alcohol alguna vez en la vida y 8.3% consumieron cinco copas o más en el último mes.
Del 2011 al 2016 el consumo excesivo en menores de edad se incrementó 93.1% al pasar de 4.3 a 8.3%, cabe hacer mención que el género que creció más rápido fue el femenino con un aterrador 205%.
Al analizar las cifras anteriores es entendible la estimación del estudio de Carga Global de Enfermedad 2017 al señalar al consumo de alcohol en el cuarto lugar de riesgo más importante para muerte prematura en menores de 20 años y ocupa, así mismo, el quinto factor de riesgo para discapacidad.
Ante la contundencia de los datos anteriores es menester plantearnos tanto como padres de familia como autoridades de los 3 niveles como arrostrar esta problemática que definitivamente nos involucra a todos. En esta colaboración quiero hacer énfasis en el rol preventivo de la familia ya que si un menor de 10 años puede tener a su alcance una bebida alcohólica esto es debido a que lo adquiere en el hogar mismo o le damos el recurso económico para conseguirlo, ergo, falta vigilancia parental sobre el actuar de nuestros menores.
Otro eslabón que debemos romper es el relacionado entre el deporte y el consumo de alcohol, sobre todo en fin de semana es común ver en los campos deportivos hieleras con cerveza que se suponen son para los padres pero están al alcance de los menores.
Respecto a las autoridades deben aplicar tolerancia cero a la venta indiscriminada de bebidas alcohólicas a menores de edad para lo cual no necesitamos nuevas leyes tan sólo la aplicación de las mismas.
Si bien es cierto que como país estamos enfrentando múltiples problemas de diversa índole quiero resaltar, en este caso en especial, lo que está en riesgo es el futuro inmediato de nuestro país.