La contaminación atmosférica en el Valle de México no es solo una preocupación ambiental: es una amenaza directa para la salud, especialmente de los grupos más vulnerables como los niños y los adultos mayores. La mezcla de emisiones industriales, tráfico vehicular intenso y condiciones geográficas desfavorables convierte a esta región en una de las más contaminadas del país, con consecuencias visibles e invisibles en la calidad de vida de millones de personas.
Los niños son muy sensibles a la contaminación del aire
Los niños son especialmente sensibles a los contaminantes del aire, ya que sus sistemas respiratorio e inmunológico están en desarrollo. Diversos estudios han demostrado que la exposición constante a partículas finas (PM2.5), ozono y dióxido de nitrógeno puede provocar enfermedades respiratorias como asma, bronquitis crónica y una mayor susceptibilidad a infecciones. Además, existen evidencias que relacionan la contaminación con afectaciones en el desarrollo neurológico y en el rendimiento escolar.
En el caso de los adultos mayores, los efectos también son graves. Muchas personas de edad avanzada presentan enfermedades cardiovasculares o respiratorias previas, que se agravan por la mala calidad del aire. Los episodios de contingencia ambiental aumentan el riesgo de hospitalizaciones, descompensaciones médicas y mortalidad prematura en este sector de la población.
En las zonas de alta densidad poblacional se complica la cosa
La situación se complica aún más en zonas de alta densidad poblacional y con escasos recursos, donde el acceso a servicios médicos es limitado y la información sobre medidas preventivas llega tarde o nunca. Además, los hogares cercanos a vías rápidas o zonas industriales están continuamente expuestos a niveles elevados de contaminación, lo que genera un ciclo de riesgo difícil de romper.
¿Qué se puede hacer? Por un lado, las autoridades deben reforzar las políticas públicas que reduzcan las emisiones: mejorar el transporte público, controlar la industria contaminante y fomentar el uso de energías limpias. Pero también es vital que la ciudadanía esté informada y actúe: evitar actividades al aire libre en días de alta contaminación, ventilar los hogares en horarios adecuados y apoyar medidas sostenibles son pasos importantes.
Proteger la salud de quienes menos pueden defenderse empieza por reconocer que respirar aire limpio no debería ser un lujo, sino un derecho. Reducir la contaminación del Valle de México no es solo una meta ambiental: es una urgencia de salud pública.