La crisis del agua en México se ha convertido en uno de los problemas ambientales y sociales más urgentes del país. La escasez, la mala gestión de los recursos hídricos y la contaminación de fuentes de agua afectan no solo al medioambiente y a la economía, sino también a la salud pública. Lo que antes parecía un problema localizado hoy representa una amenaza nacional que pone en riesgo la vida y el bienestar de millones de personas.
México se enfrenta a una situación crítica respecto a la crisis del agua
México enfrenta una situación crítica: más del 70 % del territorio presenta algún grado de sequía y varias ciudades, incluyendo la Ciudad de México, viven con cortes frecuentes o suministro irregular. A esto se suma la sobreexplotación de los acuíferos, muchos de los cuales se encuentran al borde del colapso. Las sequías prolongadas y el cambio climático agravan el panorama, reduciendo la disponibilidad de agua potable en regiones que ya eran vulnerables.
La falta de acceso a agua segura tiene consecuencias directas en la salud. En comunidades donde el líquido es escaso o está contaminado, aumentan los casos de enfermedades gastrointestinales, infecciones cutáneas y problemas renales. La exposición prolongada a metales pesados, bacterias o sustancias químicas presentes en el agua puede provocar daños crónicos y afectar especialmente a niños y adultos mayores. Además, cuando las familias deben almacenar agua sin las debidas precauciones, se favorece la proliferación de mosquitos transmisores de enfermedades como el dengue o el zika.
Es clave la gestión eficiente y equitativa
Otro desafío importante es la contaminación del agua. Los desechos industriales, los agroquímicos y las aguas residuales no tratadas se vierten con frecuencia en ríos y presas, deteriorando la calidad del recurso. Según la Comisión Nacional del Agua (Conagua), casi la mitad de los cuerpos de agua superficiales del país presentan algún nivel de contaminación, lo que limita su uso para el consumo humano o agrícola.
En este contexto, la gestión eficiente y equitativa del agua es clave. Se requiere fortalecer las políticas públicas, invertir en infraestructura hídrica, promover el tratamiento y reúso del agua, y fomentar la educación ambiental. También es esencial garantizar la transparencia y la participación ciudadana en la toma de decisiones.
La crisis del agua en México no es solo un problema ambiental, sino un riesgo creciente para la salud pública. Asegurar el acceso universal a agua limpia y segura es una prioridad urgente para proteger la vida, la salud y el futuro del país.
 
                                    