El barco de papel y la fragilidad del sistema de salud mexicano

En una profunda reflexión, el Dr. Oscar Hernández Hernández expone lo que para él significa ser médico en medio de una pandemia.

¿Aún lo recuerdas? Inténtalo, cierra los ojos y busca en tus memorias un día lluvioso, un mar improvisado y una hoja de papel para construir la mejor embarcación jamás creada, ¿puedes recordar? No era la más vistosa ni tampoco la más veloz, acaso lo único importante para ti en ese momento era en realidad, que lograra llegar a la otra orilla sin hundirse. Todo tu deseo, tu esperanza, tu inocencia y tu interpretación de la vida puestas en esa hoja de papel modelada por tus manos.

La pandemia actual nos desnudó de cuerpo completo, puso de manifiesto la fragilidad de un gremio médico soberbio, dividido, indiferente al dolor ajeno, intolerante, ensimismado, que se creyó el cuento de la modernidad y el desarrollo, de la inmediatez. Ese personaje de bata blanca que se pensó indispensable abrió los ojos y miró horrorizado la fragilidad de un sistema de salud colapsado, desarticulado, despreciado, maltratado, olvidado por todos.

Ese sistema que tú y yo construimos, ese sistema que dejamos a la deriva como un barco de papel desgastado, con grietas y filtraciones por todos lados. ¿Recuerdas aquellos lunes que no tuviste el deseo de ir a trabajar porque intentabas recobrarte de ese fin de semana extenuante con la familia?, o mejor aún ¿recuerdas que se atravesaba el enésimo puente de año? ¡cómo desperdiciarlo! ¿verdad?, lo mejor, pensaste en ese momento, será ir a perder dos o tres horas a una sala de urgencias a reventar, tal vez llegue enojado, puedo fingir sentirme enfermo y amenazarlos, lo que sea con tal de salir con una sonrisa en la cara y la incapacidad en la mano, ¡caray! casi olvido el teléfono celular con cámara, eso siempre funciona para la amenaza y la extorsión, ¿acaso por un momento pensaste el daño que ocasionas al utilizar de esa manera los servicios de salud?

Aún recuerdo el día que firme el contrato en la institución en la que me toca coordinar la pandemia, la risa socarrona del encargado de recursos humanos diciéndome: Doc (sic), usted aguante 6 meses 1 día y después usted hará como que trabaja y nosotros como que le pagamos, lo único que atine a hacer en ese momento fue asentir con una mueca.

Pues bien, ese sistema de salud similar a un frágil barco de papel que abandonamos a su suerte durante años, con apenas unos cuantos valientes dispuestos a evitar que se hunda por completo antes de llegar a la otra orilla, nos necesita más que nunca, una simple pregunta debemos contestar sin titubeos, como cuando en el pase de visita el residente de mayor jerarquía nos preguntaba amenazante y sin ambigüedades ¿puedes contestar o no? ¿vamos a quedarnos allí mirando de brazos cruzados como se hunde nuestra embarcación? Sí, esa misma que tú y yo construimos, esa a la que le dimos la espalda cuando fuimos cómplices de permitir que las salas de urgencias y demás áreas críticas del sistema de salud del país fueran dejadas en ruinas por una pésima administración, con sillas y camillas acomodadas aprovechando hasta el último metro cuadro libre del pasillo, o levantaras la voz y darás la batalla como cuando aún tenías fe y esperanza para evitar que nuestro país siga contando todos los días por miles a sus muertos.

En el país de todos contra todos y del sálvese quien pueda, el personal de salud que se encuentra dando la batalla todos los días en las salas de urgencias y los pisos de hospitalización, quedó atrapado entre el fuego cruzado de aquellos que aseguran que todo está bien, que tenemos suficiencia de personal, medicamentos y equipo, y aquellos que muestran una falsa y oportunista empatía con el gremio médico con tal de golpear al adversario político y claro, también esa parte de nuestro gremio médico que de repente recordó que padecía enfermedades terribles e incontrolables y cuyas manifestaciones brotaron de la nada o que en el mejor de los casos cuando lo anterior no funcionó acudieron al juicio de amparo para huir de lo inevitable y cuya ausencia no se resintió porque en realidad nunca han estado…

El Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME) de la Universidad de Washington pronosticó 130,000 muertes para fin de año en México, esta cifra estuvo a nada de cumplirse, tan solo en los primeros 6 días del año hemos alcanzado la cifra de 129, 987 decesos de acuerdo con las cifras presentadas por el gobierno federal, tan solo el sexto día de enero del nuevo año se sumaron 1,165 muertes (1) . Mientras esto ocurre las autoridades carecen de mecanismos para persuadir a una población confundida, indolente y poco o nada solidaria con un gremio médico que sigue sufriendo agresiones, que ha perdido ya a 2,740 de sus miembros y ocupa el segundo lugar solo por detrás de Estados Unidos de América en muertes del personal de salud. ¿Puedes imaginar el dolor de esas personas que no verán más a sus seres amados?, muchos de ellos no tendrán un ritual de despedida, pregúntate ¿hasta dónde llega nuestra responsabilidad?

Platicando con un buen colega urgenciólogo durante esas treguas que a veces la enfermedad y la muerte te dan en las salas de urgencias, coincidimos en que tal vez esta sea la única oportunidad de trascender y darle sentido a nuestra profesión como médicos, así que no dejemos pasar la oportunidad de dar lo mejor de nosotros, hagamos que este viaje concluya en puerto seguro y no olvidemos para que estamos aquí.

En memoria de todos esos héroes que han dado su vida para evitar que colapsemos. Ya nos encontraremos para caminar juntos y seguir dando la batalla….

(1) De acuerdo con las cifras presentadas por el gobierno federal, hasta el miércoles 6 de enero de 2021 el coronavirus ha dejado un rastro de 1,479,835 casos confirmados acumulados y 129,987 decesos. Esto quiere decir que en las últimas 24 horas se integraron 13,345 contagios nuevos y 1,165 muertes.

El autor del artículo es el Dr. Oscar Hernández Hernández, Médico Cirujano por la Universidad Autónoma de México (UNAM) y con Especialidad en Medicina de Urgencias por el Instituto Politécnico Nacional (IPN).