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    ENTREVISTA: ¿Por qué es importante el cuidado diario de la piel?

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    El cuidado de la piel no es una cuestión de belleza sino que tiene una relación directa con la salud. Aunque parece algo muy simple en realidad se trata de algo que debe formar parte del hábito diario de todas las personas. Además se trata del órgano más visible y uno de los más extensos en cualquier individuo.

    Esta situación adquiere mayor relevancia en el caso de las mujeres porque al final de cada día deben cumplir con una rutina para desmaquillar su rostro. Es importante hacerlo de la forma correcta porque más allá de la higiene también es de utilidad para fomentar el autocuidado.

    Con lo anterior en mente, en Saludiario tuvimos la oportunidad de entrevistar a la cosmetóloga Erika Alférez, quien es egresada del Instituto de Cosmetología y Cosmiatria Integral. Además cuenta con una década de experiencia en el ámbito clínico dermatológico y ha formado parte del equipo de reconocidas clínicas y marcas como Dermacenter y Seytú.

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    En términos generales, ¿por qué es importante el cuidado de la piel en cualquier persona?

    La piel es el órgano más grande del cuerpo: representa un porcentaje significativo del peso corporal y cubre varios metros cuadrados de superficie. Más allá de su función estética, es una estructura viva que participa en la regulación de la temperatura, el equilibrio hídrico y forma parte de la primera línea de defensa del sistema inmune frente a agentes externos.

    Por eso, el cuidado de la piel no puede entenderse solo como una “rutina de belleza”, sino como una forma de preservar su función como barrera cutánea frente a radiación solar, contaminación, cambios de temperatura y sustancias potencialmente irritantes. Cuando esta barrera se mantiene íntegra, disminuye el riesgo de irritaciones, microlesiones y de que se exacerben dermatosis inflamatorias preexistentes; además, se favorece que los tratamientos tópicos indicados por el médico actúen de manera más eficaz.

    Desde esta perspectiva, una rutina básica de limpieza e hidratación forma parte del autocuidado diario, al mismo nivel que una buena higiene del sueño o una alimentación equilibrada: pequeños hábitos constantes que, a largo plazo, tienen impacto en la salud y el bienestar de la persona.

    ¿Cuáles son las consecuencias a corto y largo plazo de irse a dormir sin desmaquillar el rostro?

    A corto plazo, dormir con maquillaje impide que la piel se oxigene adecuadamente. La mezcla de base, polvo, sebo, sudor y partículas de contaminación se acumula en la superficie y obstruye los poros, lo que se traduce en un mayor número de comedones, brotes de acné y textura irregular. También es frecuente que el rostro amanezca con aspecto opaco, con menos luminosidad y sensación de piel “cansada”.

    Cuando esto se vuelve un hábito, el impacto deja de ser sólo cosmético. La exposición prolongada a maquillaje y contaminantes durante la noche favorece el estrés oxidativo, altera la barrera cutánea y puede contribuir a una inflamación crónica de bajo grado. Todo ello se asocia con envejecimiento prematuro, aumento de la sensibilidad cutánea y mayor propensión a irritaciones.

    La zona periocular es particularmente vulnerable: dormir de forma repetida con máscara de pestañas, delineador o sombras incrementa el riesgo de irritación, lagrimeo, enrojecimiento e incluso infecciones oculares. Por eso, el desmaquillado nocturno no es un paso opcional, sino un momento clave para que la piel recupere su función de barrera y pueda llevar a cabo sus procesos naturales de reparación durante el sueño.

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    ¿Cuál es la técnica correcta para desmaquillar zonas sensibles como los ojos y los labios sin causar irritación o daño?

    En las zonas sensibles, la clave es combinar un producto adecuado con una técnica muy suave. En primer lugar, es importante elegir un desmaquillante específicamente formulado para ojos y labios, probado dermatológica y oftalmológicamente, que ofrezca una acción eficaz sin provocar ardor ni irritación.

    En cuanto a la aplicación, es fundamental evitar el frotamiento intenso. Lo ideal es impregnar un algodón o pad reutilizable con el desmaquillante, apoyarlo suavemente sobre el párpado cerrado unos segundos para que el producto disuelva el maquillaje y, posteriormente, deslizarlo con movimientos delicados de adentro hacia afuera. Si es necesario repetir el proceso, se hace con la misma suavidad, sin arrastrar la piel ni tirar de las pestañas.

    En los labios se recomienda aplicar el mismo principio: dejar actuar el producto unos segundos y retirar con movimientos suaves, evitando fricciones excesivas que puedan dañar la mucosa o la comisura de los labios. Este enfoque respeta la piel más fina del contorno ocular y la zona peribucal, ayuda a preservar la integridad de la barrera cutánea y disminuye el riesgo de enrojecimiento, tirantez o caída prematura de pestañas.

    ¿Qué precauciones o tipos de desmaquillantes específicos recomienda para pieles propensas al acné o con condiciones sensibles como la rosácea?

    En pieles con tendencia al acné o con cuadros sensibles, como la rosácea, el objetivo principal del desmaquillado es retirar completamente los productos cosméticos sin agravar la inflamación ni comprometer aún más la barrera cutánea.

    En estos casos conviene elegir desmaquillantes con ingredientes de acción calmante, como extractos vegetales suavizantes (por ejemplo, aloe vera, pepino o portulaca), formulados para minimizar el riesgo de irritación. Es importante que sean libres de alcoholes secantes y con fragancia mínima o nula, en línea con las recomendaciones de dermatología que sugieren limpiadores suaves y no abrasivos para piel sensible.

    En piel acneica, se deben evitar aceites muy oclusivos que puedan incrementar la obstrucción de los poros y favorecer nuevos brotes. En todos los casos, el desmaquillante debe formar parte de una rutina completa: se complementa con un limpiador adecuado al tipo de piel, hidratación ligera y, cuando corresponde, con los tratamientos tópicos o sistémicos indicados por el especialista. El mensaje clave es que la rutina cosmética no sustituye la atención médica, sino que la acompaña y la potencia cuando se eligen productos compatibles con la condición de la piel.

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    ¿Cuál es su opinión profesional sobre las toallitas desmaquillantes? ¿Son suficientes para una limpieza profunda de la piel?

    Las toallitas desmaquillantes pueden ser un recurso práctico en situaciones puntuales, como viajes o momentos en los que no se tiene acceso inmediato a agua y a la rutina completa. Sin embargo, no sustituyen una limpieza profunda y constante de la piel.

    En general, las toallitas retiran la capa más superficial de maquillaje e impurezas, pero tienden a dejar residuos de producto sobre la piel. Además, muchas fórmulas incluyen fragancias, conservadores o alcoholes que, con el uso frecuente, pueden irritar o resecar, especialmente en pieles sensibles o con patologías previas.

    Desde una perspectiva de cuidado consciente, su uso debería considerarse más bien excepcional. En el día a día, es preferible optar por desmaquillantes y limpiadores que se aclaren con agua, con un pH respetuoso y formulados para proteger la barrera cutánea. En caso de utilizar toallitas, lo ideal es que vayan seguidas de un limpiador suave que permita retirar residuos y completar la higiene del rostro.

    ¿Qué consejos adicionales al desmaquillado nocturno recomienda para el correcto cuidado de la piel?

    Un buen cuidado nocturno empieza con el desmaquillado, pero no termina ahí. Una recomendación eficaz es realizar la limpieza en dos fases: primero, utilizar un desmaquillante que retire por completo maquillaje, protector solar e impurezas; después, lavar el rostro con un limpiador adecuado al tipo de piel y enjuagar con agua. Esto asegura una superficie realmente limpia, preparada para recibir hidratantes y tratamientos específicos.

    Es importante también elegir texturas compatibles con las necesidades de cada piel (más ligeras en piel grasa, más emolientes en piel seca o madura) y evitar productos demasiado agresivos que puedan alterar la barrera cutánea. A nivel de hábitos, ayuda mantener una buena higiene de brochas y esponjas de maquillaje, cambiar con regularidad las fundas de almohada y evitar dormir con el cabello cargado de productos sobre el rostro.

    Finalmente, conviene recordar que la rutina nocturna se complementa con una adecuada fotoprotección diurna, ya que la exposición a la radiación ultravioleta sigue siendo uno de los principales factores de daño cutáneo. La suma de estos cuidados contribuye a una piel más estable, menos reactiva y con mejor respuesta ante los tratamientos indicados por el médico.

    ¿Algo más sobre el tema que quiera agregar?

    Más allá de la imagen frente al espejo, el desmaquillado nocturno es un recordatorio de que la piel es un órgano vivo que requiere atención diaria. Convertir este paso en un ritual constante ayuda a que la piel mantenga su función de barrera, reduzca la carga de contaminantes y maquillaje acumulados durante el día y pueda desarrollar de forma más eficiente sus procesos de reparación nocturna.

    Al mismo tiempo, es un espacio de autocuidado que puede tener un impacto positivo en la percepción de bienestar de la persona. El mensaje principal es invitar a ver el cuidado de la piel como parte de la salud integral: una piel limpia, hidratada y respetada en su equilibrio no solo luce mejor, también está en mejores condiciones de proteger al organismo frente a las exigencias del entorno. Y ante cualquier cambio persistente —lesiones nuevas, irritación que no cede, dolor o prurito intenso— siempre será fundamental consultar con un profesional de la salud para recibir diagnóstico y manejo adecuados.

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