La alimentación infantil en México enfrenta un desafío silencioso pero poderoso: la influencia de la publicidad de alimentos ultraprocesados. A diario, los niños están expuestos a anuncios de cereales azucarados, bebidas endulzadas, botanas, galletas y otros productos con bajo valor nutricional. Esta exposición constante, principalmente a través de la televisión, internet y redes sociales, impacta directamente en sus elecciones alimenticias y en su salud a largo plazo.
La exposición a la publicidad influye en el consumo de alimentos ultraprocesados
Los niños son particularmente vulnerables a este tipo de mensajes publicitarios. Sus decisiones están fuertemente guiadas por estímulos visuales, personajes animados, colores llamativos y premios incluidos en los empaques. Estas estrategias apelan a su emoción más que a su razonamiento, y muchas veces se presentan como parte del entretenimiento.
Está comprobado que la exposición temprana y frecuente a estos mensajes promueve una mayor preferencia por alimentos altos en azúcares, grasas y sodio. Como consecuencia, México enfrenta altas tasas de obesidad y enfermedades crónicas desde edades tempranas, con patrones alimentarios que se consolidan desde la infancia.
¿Cómo proteger a los niños de esta influencia?
- Educar desde casa: Hablar con los niños sobre los alimentos que ven en la televisión o en internet, explicarles qué es un alimento saludable y enseñarles a identificar productos ultraprocesados. La educación nutricional debe ser parte de la vida diaria.
- Fomentar el pensamiento crítico: Animar a los niños a cuestionar lo que ven. Preguntarles por qué creen que ese producto parece divertido o sabroso y qué ingredientes contiene realmente.
- Limitar la exposición a pantallas: Reducir el tiempo frente al televisor o dispositivos móviles disminuye el contacto con la publicidad. En su lugar, se pueden promover actividades creativas, lectura o juegos al aire libre.
- Ofrecer alternativas saludables y atractivas: Preparar alimentos coloridos, con presentaciones divertidas y sabores variados. Los niños no necesitan comida procesada para disfrutar lo que comen.
- Dar el ejemplo: Los hábitos familiares son determinantes. Si en casa se consumen frutas, verduras y comida casera, los niños lo incorporarán como normalidad.
La protección frente a la publicidad no solo recae en las políticas públicas (como el etiquetado frontal o la regulación de anuncios infantiles), sino también en las decisiones cotidianas del entorno familiar. Cuidar lo que ven, lo que aprenden y lo que comen es clave para formar generaciones más sanas y conscientes.