Cuando pensamos en salud bucal, solemos centrarnos en la prevención de caries o el mal aliento. Sin embargo, cada vez más investigaciones demuestran que mantener una boca sana va mucho más allá de una sonrisa bonita. La clave está en la microbiota oral, el conjunto de bacterias, hongos y otros microorganismos que habitan de forma natural en nuestra boca y que juegan un papel esencial en la salud general del organismo.
Una microbiota oral equilibrada ayuda a proteger los tejidos bucales, previene infecciones y colabora en procesos como la digestión inicial de los alimentos. Pero cuando ese equilibrio se rompe —por una higiene deficiente, dieta poco saludable, tabaquismo o estrés— puede producirse una disbiosis. Esta alteración del ecosistema bucal está relacionada no solo con enfermedades locales como gingivitis o periodontitis, sino también con trastornos que afectan a órganos alejados de la boca.
¿Cómo influye la boca en el corazón y el cerebro?
Las enfermedades periodontales, por ejemplo, pueden facilitar la entrada de bacterias patógenas al torrente sanguíneo. Estas bacterias, junto con las moléculas inflamatorias que generan, pueden alcanzar otras partes del cuerpo y contribuir al desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Estudios recientes han mostrado una relación entre la periodontitis y un mayor riesgo de infarto de miocardio, arteriosclerosis e hipertensión.
En el caso del cerebro, también se ha encontrado vínculo entre una microbiota oral desequilibrada y un mayor riesgo de deterioro cognitivo o enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Algunos patógenos orales han sido hallados en el tejido cerebral de pacientes con esta enfermedad, lo que sugiere una posible conexión entre la inflamación crónica de origen bucal y la neuroinflamación.
¿Qué podemos hacer para cuidar nuestra microbiota oral?
- Mantener una higiene bucal rigurosa (cepillado dos veces al día, uso de hilo dental y enjuagues recomendados).
- Visitar al dentista regularmente, al menos una vez al año.
- Reducir el consumo de azúcares y alimentos ultraprocesados.
- Evitar el tabaco y moderar el consumo de alcohol.
- Incluir alimentos ricos en fibra y probióticos que ayuden a mantener el equilibrio de la flora oral.
Una boca sana es mucho más que una cuestión estética: es una puerta de entrada a la salud integral. Cuidar tu microbiota oral no solo mejora tu bienestar diario, sino que también puede proteger tu corazón, tu cerebro y tu calidad de vida a largo plazo.