La realidad sobre el subsistema privado de atención médica

La falta de un registro de médicos y enfermeras de hospitales privados ha propiciado que se deje sin vacuna contra la Covid-19 a este sector.

La ausencia de vacunación al personal de salud del subsistema privado ha causado polémica. Muchos de los ataques al personal de salud privado vienen del desconocimiento del sistema y de la estrategia de dividir al pueblo para gobernarlo. El sistema de salud privado no es para ricos, esa es una simplificación perversa que puede llevar a la muerte a cientos o miles de personas dedicadas a la salud.

El subsistema privado de salud nació no porque exista una inmensa clase de millonarios que estén dispuestos a pagar cualquier precio por atención médica. El sistema privado creció por las ineficiencias del subsistema público y pésima administración del sistema de salud.

La característica que define al subsistema privado no es la clase social a la que brinda servicios de salud, es su heterogeneidad; los actores que lo componen son muy diversos y dan servicio a todos los niveles socioeconómicos, porque, seamos francos, el sistema de salud público fue abandonado y saqueado por igual, a todos los niveles.

El doctor González Block, publicó un libro titulado: El subsistema privado de atención de la salud en México, diagnóstico y retos. En ese libro ofrece algunos datos contundentes, por ejemplo: la atención médica privada ofrece 44% del total de las consultas ambulatorias y el 22% de los egresos hospitalarios. Por lo tanto, si este sistema absorbe casi la mitad de la consulta y una cuarta parte de los egresos, es evidente que no es un sistema para ricos (en México no existen tantos ricos). Las personas que defienden que el sistema privado es para ricos son ignorantes o intentan confundir para dividir a la población. El subsistema privado está compuesto, principalmente, por consultorios adyacentes a farmacia, consultorios independientes y unidades de 5 a 9 camas.

Sobre los indicadores económicos, el doctor González Block, menciona que le da empleo a 950,000 trabajadores y al 29% de los profesionales de la salud. Incluso que los seguros privados de gastos médicos subsidian hasta el 7.6% del gasto en hospitalización del IMSS y del ISSSTE. El subsistema privado no es un lujo para millonarios, es una necesidad para los pacientes, los médicos, enfermería y el resto del personal. Sin atención privada el sistema colapsa.

Estos datos nos demuestran que el sector privado no es medicina de ricos, es un salvavidas para el sector público. Las malas administraciones, la falta de valores democráticos, de transparencia, de rendición de cuentas han generado un sistema público ineficiente e incapaz de cumplir con sus objetivos, tanto para los pacientes, como para los trabajadores.

No debemos de caer en el juego de discutir y discriminar entre público o privado. El sector privado ha crecido, no por la riqueza económica de la población mexicana, sino por lo mal que se ha administrado el sector público. Cada vez que se ataca al sector privado, se aumenta la presión en el sector público y, la realidad, es que el público está en ruinas.

En la medicina privada, se calcula que existen 2960 unidades hospitalarias, pero sólo 94 son hospitales de más de 50 camas, los cuales, están ubicados en las grandes ciudades. En las ciudades medianas y pequeñas, la atención privada se da principalmente por médicos independientes y farmacias. El actor más importante en el sector privado es el consultorio adyacente a farmacia y el consultorio independiente, no el hospital de más de 50 camas.

Cuando pensamos en la medicina privada, nos imaginamos los grandes hospitales de la Ciudad de México, Guadalajara o Monterrey, pero estos hospitales son la excepción. La mayor parte de la medicina privada se otorga en pequeñas unidades de 5 a 9 camas, consultorios independientes y consultorios adyacentes a farmacia.

No ataquemos al sector privado. El personal que labora en esas instituciones generalmente atiende a los pacientes que no encuentran lugar o son excluidos del sector público. Algunos de ellos serán ricos, sin duda, pero a la mayoría les cuesta mucho trabajo poder acudir a la medicina privada. La manera de ayudar a estos pacientes no es atacando a la medicina privada, sino mejorando la pública.

No vacunar al personal de salud privada es una barbaridad, están dejando sin protección a un tercio del personal de salud que da el 40% de las consultas. Yo no creo que sea todo culpa del gobierno federal. ¿Alguien conoce un padrón de médicos o personal de enfermería particular? No creo que exista. COFEPRIS y las agencias estatales de salubridad tienen registros de avisos de funcionamiento de consultorio y licencias sanitarias, pero sabemos que gran parte de los establecimientos de salud trabajan sin dar aviso a la autoridad o sin actualizarlo.

Es muy difícil vacunar al personal de salud privado, porque ni siquiera sabemos bien quienes son, muchos menos quienes se encuentran en primera línea. En lugar de decir esto, algunos políticos hacen gala de su ignorancia y mala fe y despotrican en contra del personal de salud.

Como conclusión, tenemos que darnos cuenta de que el problema no es el subsistema de salud privado o público, el problema es nuestra clase política, que a pesar de que se diga que cambió, sigue siendo la misma de siempre.

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Mauricio Sarmiento tiene un despacho jurídico en el que se ofrece asesoría a médicos o personal de salud en temas de derecho médico y responsabilidad civil. Escritor de En la Residencia Médica.