Menos hospitales privados: un síntoma del deterioro estructural
De acuerdo con datos de Statista basados en el INEGI, México pasó de contar con 3,020 establecimientos de salud privados en 2004 a apenas 2,747 en 2024, lo que representa una caída cercana al 10% en dos décadas
El dato podría parecer menor, pero su impacto es profundo: menos unidades médicas implican menor cobertura, más saturación y un aumento en los costos de atención.
El máximo histórico se alcanzó en 2005, antes de que iniciara una tendencia descendente que continúa hasta hoy. Este retroceso ocurre pese al creciente interés de la población en servicios privados, impulsado por la sobrecarga del sistema público y el aumento de enfermedades crónicas.
Medicina general: la reina del sector privado
El informe señala que, al cierre de 2024, la medicina general domina el panorama privado, con 2,477 establecimientos, más del 80% del total nacional. En contraste, otras áreas médicas muestran una participación mínima:
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Ginecología y obstetricia: 125 unidades
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Traumatología: 18
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Psiquiatría: 12
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Pediatría: apenas 10
La oferta especializada es limitada y evidencia un sistema desequilibrado: mientras abundan las clínicas de atención primaria, faltan centros con capacidad para resolver casos complejos o atender salud mental y pediátrica.
Consecuencias: menos acceso, más desigualdad
La reducción de clínicas privadas se traduce en una brecha de atención cada vez más amplia entre zonas urbanas y rurales. Las grandes ciudades concentran la mayoría de hospitales, mientras que estados del sur o regiones rurales carecen de infraestructura médica privada.
Además, la falta de especialidades genera dependencia del sistema público, que ya enfrenta déficit de médicos, largas filas y saturación hospitalaria. En un país donde más del 41% de la población no cuenta con seguro médico (CONEVAL, 2022), la red privada debería funcionar como un complemento esencial, pero hoy su cobertura se achica.
Causas del declive: altos costos y concentración del mercado
Los analistas señalan múltiples factores detrás de esta contracción:
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Altos costos operativos y burocráticos para mantener clínicas pequeñas.
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Escaso apoyo fiscal o financiamiento para modernización tecnológica.
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Impacto económico del COVID-19, que llevó al cierre de muchas unidades pequeñas.
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Concentración del mercado en grandes grupos hospitalarios como Médica Sur, Grupo Ángeles y Christus Muguerza, lo que desplaza a operadores medianos o locales.
El resultado es un sistema donde pocas instituciones controlan la oferta de servicios especializados, dejando fuera a amplios sectores de la población.
El desafío: crecer sin perder accesibilidad
El futuro del sector privado de salud en México dependerá de su capacidad para equilibrar rentabilidad y cobertura. Especialistas proponen medidas como:
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Incentivos fiscales y créditos para nuevas clínicas en zonas desatendidas.
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Colaboraciones público-privadas que amplíen la infraestructura médica.
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Impulso a la formación de especialistas en áreas con déficit, como psiquiatría y pediatría.
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Digitalización de servicios para reducir costos y mejorar acceso.
La meta no debe ser solo tener más hospitales, sino diversificar los servicios y hacerlos accesibles para más mexicanos.
Conclusión: un llamado urgente a repensar la salud privada
Los datos de Statista reflejan un sistema privado en retroceso y concentración, justo cuando México necesita más opciones de atención médica. Si la tendencia continúa, la brecha entre la salud pública y privada se ampliará, dejando a millones de personas sin alternativas efectivas.
Para avanzar hacia un modelo sanitario sostenible, la inversión privada debe ser estratégica, regional y socialmente responsable. Solo así el sistema podrá garantizar no solo atención, sino bienestar y equidad en salud para toda la población.
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