Recientemente un informe realizado por el Centro Nacional de Estadisticas para Salud de Estados Unidos dio a conocer que las muertes por sobredosis de drogas han alcanzado un pico histórico, pues se estima que más 63 mil personas fallecieron por esta causa en 2017. Dicha cifra representó un aumento de 19 por ciento con respecto al año anterior, superando alarmantemente los decesos causados por las armas, los accidentes de tráfico y las 41 mil 70 muertes de mujeres afectadas con cáncer de mama.
Según una cifra dada por la Encuesta Nacional sobre el uso de drogas reveló que más 2 millones de estadounidenses padecen una fuerte adicción a los opioides, esto tras el auge de potentes sustancias como el fentanilo y el carfetanil -un tranquilizador de elefantes más fuerte que la heroína-. Dicha dependencia ha causado que la longevidad baje hasta los 78,6 años, diez semanas menos que en 2014.
Por esta razón en octubre pasado la comisión del Gobierno de EE.UU. encargada de combatir la crisis de los opiáceos, liderada por el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, recomendó al presidente Donald Trump declarar una emergencia nacional por el consumo excesivo de opiaceos.
Es el momento de liberar a nuestras comunidades del azote de la drogadicción, afirmó Trump.
El origen en la sobreprescripción de analgésicos opiáceos en Estados Unidos comenzó en la década de los noventa con la afluencia de la heroína barata y la aparición del fentanilo. A partir de ahí el país se inundó de opioides recetados y, durante las siguientes décadas, un gran número de personas creció adicto a las drogas.