La condición humana dicta que es válido experimentar temor a diversos factores, entre ellos a la soledad, al sufrimiento, al rechazo y, claro, es natural que el médico emprendedor muestre cierto miedo al fracaso, sin embargo, éste puede convertirse en fuerza limitante que obliga a circunscribirse a pequeñas zonas de confort.
Desafortunadamente, cuando no se está preparado para lidiar con él, suele transmitirse a los hijos, quienes notan que sus padres dejan pasar oportunidades porque se paralizan.
Para evitar que el médico emprendedor transmita el miedo al fracaso a sus hijos, es útil hacerse estas preguntas:
1. ¿Cómo se gesta el temor al fracaso?
En una sociedad en la que se sanciona el fracaso desde la formación escolar, el mensaje de una mala nota, por ejemplo, es que el niño no cumple con las expectativas del profesor. El problema con este enfoque es que se pierde de vista que cada individuo pose sus propias fortalezas y debilidades, por lo que no se puede pedir perfección en todos los campos.
Al final del día, la experiencia se interpreta como falla que pudo haberse evitado, presión que acentúan profesores, padres y familiares y, lo que es peor, nace el temor al fracaso que comparten y experimentan los médico emprendedores quienes, al igual que sus hios, sienten la necesidad de alcanzar el éxito rayando en la perfección y negándose el derecho a errar y aprender para demostrar sus capacidades a quienes les rodean.
El problema con este miedo es que causa desmotivación y origina una actitud pasiva que circunscribe a las personas a zonas de confort en las que poco o nada crecen.
2. ¿Cómo vencer el temor al fracaso para ayudar a los hijos?
La respuesta es sencilla: hay que dejar de ver el fracaso como algo negativo. El médico emprendedor sabe que por cada debilidad existe una fortaleza que nos ofrece una oportunidad, y es precisamente en esto en lo que hay que concentrarse.
Cuando el médico sea capaz de transmitir esta idea a sus hijos, ellos podrán liberar estrés y dejar de perder tiempo en actividades que no les son afines por su naturaleza para, en cambio, perfeccionarse en otras en las que les es posible destacar con facilidad e, incluso, convertirse en expertos.
El médico emprendedor tiene la obligación de autocriticarse, mejorar y compartir su conocimiento empresarial con sus hijos, ya que es poco probable que en la escuela obtengan este tipo de aprendizaje personal y profesional que les ayude a sobresalir en la sociedad.
3. ¿A quién pertenecen los temores?
Los niños suelen caer y levantarse, no les importan los resultados, sino divertirse y gracias a ello aprenden de forma natural. En cambio, tras una larga historia de errores interpretados como fracasos, el adulto desarrolla miedo a equivocarse.
Esta diferencia en la percepción es la que limita a las personas, pero si el médico emprendedor es capaz de comprender que sus miedos no deben compartirse ni fomentarse en sus hijos, ambos serán capaces de desarrollar sus fortalezas.
Recuerda que el miedo al fracaso limitará el crecimiento de tu consultorio médico pero, peor que eso, sería que limitara el desarrollo de tu hijo. ¡Evítalo!
