Todas las enfermedades tienen relación con el sistema inmunológico, es por eso que algunos especialistas defienden el tratamiento llamado Microinmunoterapia.
La técnica comenzó cuando en 1967, Maurice Jenaer, médico belga comenzó a usarla con pacientes con cáncer, a ellos les suministró ADN y ARN altamente diluido con el propósito de activar su sistema inmunológico sin que estos sufrieran graves efectos secundarios.
El tratamiento está compuesto por combinaciones de proteínas junto a ácidos nucleicos (ADN y ARN procedentes del pino e hinojo). Estos componentes interactúan con el sistema inmunológico y el organismo en general.
La diferencias que hay entre la microinmunoterapia y la inmunoterapia es la dosis en la que suministran sus principios activos los cuales además no deberían provocar efectos secundarios en los pacientes o por lo menos efectos relevantes. Con el tratamiento no hay necesidad de hospitalización.
Sus impulsores defienden la técnica porque en la práctica todas las enfermedades guardan relación con el sistema inmunológico, por lo que los especialistas creen en que todas las patologías pueden ser prevenidas, controladas y curadas, desde los cánceres, hepatitis, clamidia, alergia, hasta VIH.
Los médicos que suelen indicar microinmunoterapia están convencidos de que las bajas dosis sí tienen un efecto positivo en el organismo. El doctor Pascal Mensah, asegura:
“Se ha demostrado, tanto in vitro como en vivo con animales, que existe un efecto terapéutico real con tratamientos con bajas concentraciones. Hasta 2010 se consideraba que a menos dosis, menor efecto del medicamento, pero ahora se tiende a pensar que la relación entre ambos conceptos no es una recta línea, sino curva, con lo que podemos lograr buenos resultados con dosis menos tóxicas de los mismos principios activos”.
La microinmunoterapia se considera un tratamiento alternativo, homeopático en algunos países, debido a que aún no se demuestran su eficacia y aún no es una terapia aprobada, sin embargo, en Bélgica se confía en este tratamiento.