Mitos en el uso de corticoides

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El uso terapéutico de corticoides en los pacientes con Covid-19, ha reavivado el interés por el uso de este tipo de fármacos. No es mentira que ha existido una controversia durante años, debido a los efectos adversos que pueden presentarse durante su aplicación prolongada.

Para empezar, hay que recordar que los glucocorticoides son hormonas producidas de forma natural por las glándulas adrenales y son esenciales para regular funciones metabólicas, homeostáticas e inmunológicas. Cuando se administran corticoides de forma exógena en dosis elevadas, estos inhiben la cascada inflamatoria y tienen un efecto supresor del sistema inmunitario, por lo tanto tienen un potente efecto analgésico y antiinflamatorio.

Sin embargo, el uso prolongado de estos fármacos genera efectos sistémicos importantes, entre los que destacan: glaucoma, incremento del nivel de azúcar en sangre, hipertensión arterial, aumento y redistribución de la grasa corporal, adelgazamiento de la piel, osteoporosis, hirsutismo y predisposición a contraer infecciones bacterianas y micóticas.

Es precisamente por estos efectos que su uso terapéutico está restringido a períodos cortos de tiempo y que su sola mención, genera angustia en los pacientes. No obstante, los corticoides salvan muchas vidas, por lo que es importante que los profesionales de la salud desmitifiquemos su uso. Según Mayoclinic, estos son algunos de los mitos más comunes en el uso de corticoides.

Corticoides tópicos

Se usan para tratar la psoriasis, eccemas y dermatitis atópica. Se clasifican de acuerdo a su potencia en 4 clases que va desde baja a muy alta. Entre los mitos más comunes se encuentran:

  • El uso de corticoides tópicos provoca síndrome de Cushing: La penetración sistémica por lo general no supera el 1% cuando es aplicado en piel. También hay que tomar en cuenta la forma farmacéutica y la zona de aplicación.
  • Los corticoides tópicos no generan efectos sistémicos: Otra falsa creencia, si bien no es usual que generen efectos sistémicos, pueden adelgazar la piel y provocar lesiones.

Corticoides inhalados

Se usan en pacientes con asma y EPOC cuando otros fármacos fallan. En el tratamiento del asma se usan en dosis altas en un principio, y luego se reducen hasta dosis de mantenimiento. La opinión general es que:

  • Los corticoides son el último recurso: De hecho, está demostrado que su uso es seguro en el asma crónica leve o moderada, en dosis bajas.
  • Son adictivos y generan tolerancia: La realidad es que sí es necesario aumentar constantemente las dosis del fármaco, es porque el tratamiento no es efectivo y requiere cambiarse.

Corticoides orales

Son los que tienen mayores efectos sistémicos, ya que se suelen utilizar de forma prolongada para tratar patologías crónicas. Usualmente se cree que:

  • El tratamiento con corticoides puede abandonarse en cualquier momento: El uso a largo plazo de corticoides, suprime la producción natural de la hormona en nuestro cuerpo, por lo tanto el tratamiento debe realizarse paulatinamente.
  • No existen personas alérgicas a los corticoides: Aunque por lo general su acción es antialérgica, es posible que algunos tipos provoquen algún tipo de reacción inmunológica, por lo que debe suspenderse su uso.

Corticoides inyectables

Se suelen reservar para situaciones de emergencia o para tratar dolores músculo esqueléticos de forma puntual. Por lo general, su uso no despierta tantas inquietudes como en los casos anteriores, pero se suele pensar que son más efectivos debido a su acción rápida, sin embargo la elección del tratamiento más adecuado dependerá de la patología a la que nos enfrentemos.  

 

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