En 2016 la profesora de Salud Global en la Universidad de Harvard Margaret E. Kruk afirmó, en un trabajo publicado en la revista The Lancet Global Health, que las Metas de Desarrollo Sustentable (SDG) fijadas a escala internacional no podrían cumplirse con una simple estrategia de cobertura ni tampoco mejorarían la calidad de salud de la población objetivo. Un estudio retrospectivo de la asistencia médica ese mismo año parece darle la razón.
A través de una nueva publicación en The Lancet, Kruk y un equipo de investigadores han concluido que casi 8.6 millones de las muertes registradas durante 2016 en 137 países del mundo pueden ser adjudicadas a una carente o inexistente asistencia médica. Argumentan que, del total de muertes registradas a causa de condiciones especificadas en las SDG, cerca del 44 por ciento de estos decesos podrían haberse evitado si se hubiera tenido un fuerte sistema de salud.
Los resultados indican que Europa Central y América Latina tienen los índices de mortalidad más altos en situaciones donde la mala calidad de la asistencia médica es responsable. Por otro lado, en África subsahariana es muy recurrente que las instalaciones de salud existentes simplemente no se utilizan para tratar las condiciones mortales de la población.
Aunque el desaprovechamiento de la infraestructura de salud existente podría ser vista como una situación más grave, de hecho la mala calidad de la asistencia médica que sí se recibe resultó ser mucho más peligrosa. Los investigadores afirmaron que las víctimas de este fenómeno son hasta cinco veces más numerosas que las del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (Sida) y el triple de cuantiosas que las provocadas por la diabetes, algo inaceptable para Kruk.
Si los países de bajos ingresos financian solo la atención menos avanzada, los servicios de mala calidad representarán casi dos tercios de las muertes. Evitar estas muertes requerirá grandes esfuerzos para aumentar la utilización de los servicios junto con una mejor calidad. Estas cifras pueden dar información sobre las direcciones de política para los países.
Los resultados también apuntaron que la asistencia médica deficiente fue responsable del 84 por ciento de las muertes cardiovasculares, el 81 por ciento por enfermedades prevenibles mediante vacunación, 61 por ciento de las condiciones neonatales y la mitad de los decesos por causas maternas, lesiones en el camino, tuberculosis, Sida y otras infecciones.