Neurohigiene digital: hábitos para proteger el cerebro ante la sobrecarga de información

En la era digital, el cerebro humano se enfrenta a un flujo constante de información: notificaciones, correos, redes sociales, noticias y mensajes que compiten por nuestra atención a lo largo del día. Esta sobreexposición puede generar fatiga mental, dificultad para concentrarse, ansiedad y disminución del rendimiento cognitivo. La neurohigiene digital surge como un conjunto de hábitos orientados a proteger el cerebro y promover un uso más saludable de la tecnología.

En la neurohigiene digital, una de las claves es establecer horarios para el consumo de información

La sobrecarga de información activa de forma permanente los sistemas de alerta del cerebro, elevando los niveles de estrés y reduciendo la capacidad de atención sostenida. Cuando el cerebro no tiene pausas reales, se dificulta la consolidación de la memoria y se incrementa la sensación de agotamiento mental. Por ello, uno de los principios básicos de la neurohigiene digital es regular la exposición a estímulos digitales.

Un hábito clave es establecer horarios definidos para el consumo de información. Revisar correos o redes sociales en momentos concretos del día, en lugar de hacerlo de forma constante, permite al cerebro concentrarse mejor en una sola tarea. Desactivar notificaciones innecesarias reduce interrupciones y mejora la calidad de la atención.

La monotarea es otra estrategia esencial. Aunque el multitasking digital parece eficiente, en realidad fragmenta la atención y aumenta el cansancio mental. Realizar una sola actividad a la vez —leer, escribir o responder mensajes— ayuda a preservar recursos cognitivos y reduce errores.

También es primordial el descanso cerebral

El descanso cerebral también es parte de la neurohigiene. Incorporar pausas sin pantallas, incluso breves, permite que el sistema nervioso se recupere. Actividades como caminar, estirarse, respirar profundamente o simplemente mirar por la ventana facilitan la regulación emocional y la claridad mental.

Además, es importante cuidar el entorno digital. Seguir solo fuentes confiables, limitar el consumo de noticias negativas y evitar la exposición prolongada a contenidos alarmistas disminuye la ansiedad informativa. Elegir conscientemente qué contenido consumir es una forma de autocuidado mental.

El sueño es otro pilar fundamental. El uso de dispositivos electrónicos antes de dormir interfiere con la producción de melatonina y afecta la calidad del descanso. Establecer una “hora sin pantallas” antes de acostarse ayuda a proteger los ritmos naturales del cerebro.

La neurohigiene digital no implica rechazar la tecnología, sino aprender a convivir con ella de forma equilibrada. Adoptar hábitos conscientes permite reducir la sobrecarga informativa, mejorar la concentración y proteger la salud mental en un mundo hiperconectado.