A lo largo de la historia de la humanidad, la relación médico-paciente ha sido el canal de comunicación más importante para la pronta recuperación de las personas de su enfermedad.
Esto puede observarse desde el punto de vista de la provisión de servicios asistenciales, per también desde la óptica de soporte emocional para que el paciente haga frente a una enfermedad particular y sus complicaciones.
En el caso de los pacientes con VIH, de acuerdo con el artículo venezolano “El médico ante el paciente con VIH/Sida”, el profesional de la salud también debe encargarse de aliviar el sentimiento de culpabilidad, el rechazo de la sociedad, la negación, el enojo y otros aspectos que pueden aflorar en este tipo de situaciones.
Bajo este contexto, en otro artículo colombiano titulado “Relación médico-paciente: impacto en las campañas de promoción y prevención para personas con VIH en Medellín”, se menciona que el profesional de la salud involucrado en el proceso de atención de los pacientes con VIH, debe asumir diferentes funciones con la finalidad de ofrecer el bienestar que las personas con esta condición esperan de sus médicos tratantes, como:
- Seguridad
- Empatía
- Humanidad
- Ser tratados como una persona
- Lograr una comunicación franca
- Ser tratados con respecto
- Ser atendidos con meticulosidad
De igual forma, según un artículo en la Revista Cubana de Enfermería, en este tipo de pacientes cuando han sido diagnosticados, es fundamental que el médico brinde apoyo emocional y a demostración de confianza para que comprendan que no han perdido su condición de seres sociales, sino que deben plantearse una nueva forma de integrarse a la sociedad y reorganizar sus vidas.
Y es que, independientemente de la conducta del paciente ante su situación de salud, los médicos siempre deberían colocarse al otro lado de su escritorio y preguntarse ¿qué espera el paciente cuando acude al consultorio?