Aunque no lo creamos, todas las personas estamos relacionadas (directa e indirectamente) con diferentes fuentes de poder. Así que, con esta relación, asumimos las consecuencias que provienen de ellas. En las organizaciones sanitarias, la mayor parte de las actividades forman parte de diferentes dinámicas de poder y es aquí donde entra en juego el papel de la gestora enfermera.
Definición de poder
El poder es hacer, en un contexto, aquello que queremos sin que las fuentes de oposición a esta voluntad, puedan hacer nada por evitarlo. Así, por el mero hecho de pertenecer a cualquier tipo de colectivo, asociación, grupo u organización sanitaria, como sería el caso de la gestora enfermera, supone que renunciamos a ciertas partes de nuestra voluntad de acción o comportamiento.
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) dice respecto al poder que es “tener expedita la facultad o potencia de hacer algo”. Aunque, cuando tratamos de definir este concepto, no parece algo tan sencillo de establecer.
Una de las primeras definiciones de poder fue dada por Thomas Hobes en el año 1651. Este lo definió como un significado a través de la capacidad de articular la voluntad de otra persona mediante un contrato social. De esta forma, por una lado, este contrato social mantiene unido a un grupo en torno a unos intereses y, por otro lado, cedemos parte de nuestra voluntad individual al colectivo.
De una forma contraria, M. Weber (1915) define el poder (ya no solo en la gestora enfermera) como “la capacidad de imponer la propia voluntad en un entorno social u organización de individuos”. De aquí surge la controversia sobre lo que supone la capacidad de imponer la propia voluntad y en qué se basa.
En relación con la gestora enfermera, la trampa del poder reside en la creencia sobre poder controlar una situación sin la ayuda de nadie o únicamente del cuadro gestor. De esta forma, una división de enfermería conducida en base a estos parámetros y sin la observación del resto de las personas como parte fundamental “no sometida” no logrará los objetivos en términos de salud y aumentará, de forma exponencial, los riesgos para la seguridad del paciente.
Es por eso por lo que el poder dentro de una organización sanitaria debe ser entendido como la influencia sobre los procesos relacionados directa o indirectamente con el acto sanitario y con las personas responsables de ellos de forma que regulan la convivencia e integración entre ellos, con el objetivo de alcanzar las metas y fines establecidos.
La autoridad de la gestora enfermera
Frente al poder, siempre hay que considerar el concepto de autoridad que conlleva, una serie de apreciaciones diferentes que se deben considerar, como los argumentos esgrimidos para sentirnos legítimamente elegidos para asumir el poder o una relación de superioridad, con respecto a una serie de personas o grupos.
Respecto a este concepto, resulta fundamental conocer sobre que se asiente realmente la autoridad, sobre qué hechos concretos se fundamenta y el resto de las personas la conceden. Esto es realmente importante en una organización sanitaria, ya que esta autoridad puede fundamentarse en datos diferentes a los objetivos que se marcan dentro de este tipo de organizaciones.