Nacido en 1502 en Cremona, Italia, en el seno de una familia acomodada, Antonio María Zaccaria quedó huérfano de padre cuando apenas tenía algunos meses de vida, de modo que su madre se dedicó completamente a su educación y cuidado, pero a la edad de 15 años se mudó a Pavía para estudiar filosofía y lenguas clásicas, después, en 1520, se dirigió a Padua, donde se preparó como médico y obtuvo el título correspondiente en 1524.
Si hasta aquí nada te dice esta historia, debes saber que cuatro años más tarde Zaccaria fue ordenado sacerdote en la iglesia bizantina de San Vidal y, desde entonces, se le reconoció por renunciar a sus bienes materiales en beneficio del prójimo.
Una vez instalado en Milán y con apoyo de la religiosa Luisa Torelli, fundó la comunidad de las hermanas “Angelicales de San Pablo”, más tarde la “Sociedad de Clérigos de San Pablo” e instauró, entre otros rituales religiosos, la llamada “Devoción a las Cuarenta Horas” (que consiste en dedicarse a orar a la Eucaristía tres días en cada templo).
Dado que vivió en tiempos de Martín Lutero, tuvo que experimentar la reforma protestante y ayudó a preparar la contrarreforma que la Iglesia Católica iba a traer con el Concilio de Trento.
Aunque murió joven, el 5 de julio de 1539, a la edad de 37 años, se dice que hizo más que si hubiese tenido una larga vida, la cual dedicó en buena medida a ayudar a jóvenes en peligro o víctimas de vicios.
Después de tan fructífera existencia como médico de cuerpos y almas, fue beatificado en 1849 por el Papa Pio IX y canonizado en 1897 por el Papa León XIII, y hoy en día es considerado el santo de los médicos, ¿lo sabías?
Así, una vez más, queda comprobado que la medicina se encuentra presente en cada rincón del mundo y momento histórico de la humanidad.
Imagen: Vidas-Santas