La mayoría de los tumores cerebrales se originan por mutaciones genéticas que provocan un crecimiento celular descontrolado. Pero uno de los aspectos más relevantes es identificar los síntomas y primeras señales de alerta. Además, gracias a la tecnología actual, es posible lograr diagnósticos oportunos para empezar con el tratamiento más adecuado.
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Factores de riesgo para desarrollar tumores en el cerebro
Los tumores primarios como los glioblastomas o los astrocitomas anaplásicos se originan directamente en el cerebro. Aunque no hay factores de riesgo definidos que los causen existen algunos elementos que pueden aumentar la probabilidad de desarrollarlos.
- Exposición a radiación. Es el factor ambiental de riesgo más reconocido. Puede derivarse de exposiciones a grandes cantidades de rayos X o tratamientos previos contra el cáncer.
- Sistema inmunológico debilitado. Tener un sistema inmunológico comprometido también incrementa el riesgo. Esta condición puede estar presente desde el nacimiento o ser consecuencia de enfermedades autoinmunes o cáncer.
- Trastornos genéticos. Aunque la mayoría de los tumores cerebrales no están relacionados con antecedentes familiares, ciertas condiciones genéticas sí pueden elevar el riesgo. La neurofibromatosis tipo 1 es el síndrome más común vinculado con tumores cerebrales.
Por otro lado, los tumores cerebrales secundarios son causados por cánceres que se originan en otras partes del cuerpo y se diseminan hacia el cerebro.
Síntomas de los tumores cerebrales
Los síntomas de un tumor cerebral pueden ser variados y, en muchos casos, poco específicos. Los neurólogos del Hospital Houston Methodist explican la importancia de diagnósticos oportunos y planes de tratamiento personalizados para tumores cerebrales, espinales e hipofisarios.
A medida que un tumor crece, ejerce presión sobre distintas áreas del cerebro. El tamaño y la ubicación del tumor determinan el tipo y la gravedad de los síntomas, que pueden incluir:
- Confusión o pérdida de memoria.
- Somnolencia.
- Dolor de cabeza.
- Alteraciones en la función cardíaca o pulmonar.
- Pérdida del equilibrio, coordinación o dificultad para caminar.
- Falta de control de la vejiga.
- Náuseas y vómito.
- Entumecimiento y hormigueo en alguna parte del cuerpo.
- Parálisis parcial del rostro o el cuerpo.
- Cambios de personalidad como irritabilidad o depresión.
- Convulsiones.
- Problemas para hablar o comunicarse.
- Alteraciones en la vista, el oído, el olfato o la respiración.
- Debilidad general.
Tener alguno de estos síntomas no significa necesariamente que tengas un tumor cerebral; sin embargo, es importante acudir de inmediato con un médico porque podría ser el inicio de un problema grave de salud.
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Diagnóstico de tumores cerebrales
Gracias al desarrollo de la tecnología existen diversas alternativas para el tratamiento de este tipo de tumores. La elección del más adecuado depende de factores como el tipo de cáncer cerebral y las características del paciente.
- Exámenes neurológicos. Los expertos evalúan reflejos, movimientos faciales, visión y nivel de conciencia para medir el impacto del tumor en la función cerebral.
- Biopsia. Procedimiento para extraer una pequeña muestra de tejido, confirmar si es un tumor y analizar su composición genética.
- Tomografía computarizada (CT scan). Combina imágenes de rayos X para crear una imagen detallada en corte transversal del cerebro.
- Resonancia magnética (MRI). Utiliza campos magnéticos y ondas de radio para generar imágenes precisas del cerebro y detectar si el tumor se ha diseminado.
Si se confirma la presencia de un tumor, los médicos utilizan diversas tecnologías para hacer un estudio profundo de su naturaleza y del perfil genético del paciente. También pueden indicarse estudios adicionales para conocer mejor el comportamiento del tumor.
Clasificación de los tumores cerebrales
Los tumores primarios se originan en el cerebro. Los tumores secundarios (o metastásicos) se forman en otros órganos y luego se propagan al cerebro. Los especialistas clasifican los tumores cerebrales según su origen y agresividad:
- Grado 1. Crecimiento lento, con baja probabilidad de diseminación.
- Grado 2. Poca probabilidad de crecer o diseminarse, pero con mayor riesgo de recurrencia.
- Grado 3. Crecimiento rápido, pero sin presencia de células muertas.
- Grado 4. Alta probabilidad de crecimiento agresivo y con áreas de necrosis celular.
El grado del tumor, junto con los resultados de estudios y pruebas diagnósticas, será clave para definir el plan de tratamiento más adecuado para cada paciente.