La educación para la salud, ha sido considerada tradicionalmente una dimensión importante dentro de la salud pública; sin embargo, su desarrollo no ha estado acorde a este ideal (1, 2). Por ello, entidades como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) han cuestionado sus resultados, basados en el modelo actual de la salud que es morbicéntrico y la concepción de salud que sigue orientada a la enfermedad. En este sentido, autores como Nutbeam, manifiestan que la educación para la salud ha perdido importancia en el campo de la promoción de la salud, debido a la reducción de ésta a campañas de corto plazo que buscan cambios de comportamiento individual (2). Por otra parte, existe una debilidad teórica respecto a los fundamentos pedagógicos que orientan la educación para la salud (1, 3). Así mismo, se encuentra escaso debate sobre la concepción de salud que sustentan las propuestas y las acciones en la educación para la salud. (1, 4).

Por otro lado, en la educación superior, en las profesiones del área de la salud, la educación para la salud no recibe la atención que debería recibir, dada la importancia que se le atribuye. Además, se ha identificado una falta de identidad debido a la tendencia a confundir la educación para la salud con asuntos tales como atención primaria en salud y promoción de la salud, que en ocasiones se usan de manera indistinta.

De igual forma, se debe reconocer la necesidad de asumir una perspectiva transdisciplinar que reconozca el aporte de otras disciplinas como la pedagogía, la psicología, la sociología y la antropología, entre otras. Además, se debe plantear la educación para la salud como un medio para promover y fortalecer la participación comunitaria y su incidencia en la transformación de realidades (5).

Concepción de la educación para la salud

La educación para la salud es un campo multifocal, polisémico, con diferentes propósitos y diferentes tendencias teóricas, pues se identifican diversas concepciones y manera de abordaje. Los diferentes autores la presentan con una definición o una posición hacia la educación para la salud, pero es menos frecuente que se den a la tarea de conceptualizar la educación y la salud y, en caso de hacerlo, algunos parecen presentar una contradicción entre la concepción de la educación para la salud que asumen y la manera como la abordan en la práctica.

Así pues, se proponen tres tendencias sobre la concepción de la educación para la salud:

1. La posición tradicional. Donde se entiende como un proceso de enseñanza basado en la transmisión de conocimiento y la relación unidireccional entre el educador y el educando (6).
2. Posiciones alternativas. Donde se propone una educación que trasciende la transmisión de los contenidos, buscando que el educando sea el protagonista de su proceso de educación porque conciben el conocimiento como una construcción a partir de la participación y el dialogo entre educando y educador, convirtiendo en eje central al sujeto y no a los contenidos, orientándolo a promover su transformación para que contribuya a la emancipación de la sociedad (6).
3. Y, una situación paradójica. Donde más allá de la tensión entre las visiones tradicionales y las alternativas, se identifican concepciones que relacionan la educación con un proceso de desarrollo humano y social realizado por agentes activos y transformadores de la realidad y, al mismo tiempo, la proponen como estrategia mediática que busca el cambio de comportamientos y la adopción de estilos de vida saludables, dejando entrever que se aborda desde un modelo biomédico: concibiendo la educación para la salud desde una perspectiva centrada en el cambio del comportamiento y la adopción de estilos de vida saludables a partir de la implementación de diversas estrategias de intervención (7).

En conclusión, la educación para la salud debe asumirse, en el campo de la salud, más allá de sus relaciones con la promoción de la salud y la atención primaria en salud. La educación para la salud requiere una reflexión independiente para analizar sus fundamentos teóricos, epistemológicos, éticos y políticos, como punto de partida, para pensarla en los campos de las diferentes disciplinas del área de la salud. Así, el fortalecimiento de la educación para la salud pasa por el reconocimiento de su importancia para las disciplinas de la salud, por la pregunta por los modelos de salud y por la formación del talento humano (8).

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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

1. Serrano M. Educación para la salud y participación comunitaria. Madrid: Díaz de Santos; 1990.
2. Nutbeam D. Health literacy as a public health goal: a challenge for contemporary health education and communication strategies into the 21st century. Health Promotion International. 2006; 15(3): 259-67.
3. Alzate Y. Desde la educación para la salud hacia la pedagogía de la educación alimentaria y nutricional. Perspectivas en Nutrición Humana. 2006; 16(2): 21-40.
4. López V. Marco conceptual de educación para la salud. En: Frías A. Salud pública y educación para la salud. Barcelona: Masson; 2000. p. 1-3.
5. Casas M. Educación para la salud: aspectos metodológicos. Educ Med Salud. 1991; 25(2): 194-202.
6. Figueiredo M, Rodrigues-Neto J, Leite M. Modelos aplicados às atividades de educação em saúde. Rev Bras Enferm. 2010; 63(1): 117-21.
7. Díaz P, Peñaranda F, Cristancho S, Caicedo N, Garcés M, Alzate T, et al. Educación para la salud: perspectivas y experiencias de educación superior en ciencias de la salud, Medellín, Colombia. Rev Fac Nac Salud Pública. 2010; 28(3): 221-30.
8. López Ríos JM, Molina Berrio DP, Peñaranda Correa F. Visibilidad y tendencias teóricas de la educación para la salud en cuatro países de América Latina, 2003-2013. Gerencia Políticas Salud [Internet]. 2018 [citado 22 de julio de 2021]; 17(35). Disponible en: https://revistas.javeriana.edu.co/files-articulos/RGPS/17-35%20(2018-II)/54557477001/