La diabetes y el medio ambiente tienen una relación que pocos conocen. Aunque se trata de una enfermedad relacionada con la alimentación, genética y el estilo de vida, en realidad hay otros aspectos que influyen en la salud metabólica y pueden provocar complicaciones.
En ese sentido, desde la calidad del aire, hasta los espacios donde habitamos y la temperatura pueden afectar de manera inmediata pero también a largo plazo.
A propósito del Día Mundial del Medio Ambiente que se conmemora cada 5 de junio, la Asociación Mexicana de Diabetes hace un llamado a reconocer y abordar los vínculos entre la salud ambiental y la salud humana.
Lo anterior es debido a que diversos estudios científicos han evidenciado que la diabetes, especialmente la tipo 2, tiene una importante correlación con factores ambientales que se pueden prevenir y modificar.
Pero antes, ¿qué es la diabetes tipo 2?
La diabetes tipo 2 es una enfermedad crónica que afecta la forma en que el cuerpo utiliza la glucosa (azúcar) como fuente de energía. En condiciones normales, el cuerpo produce insulina, la cual es una hormona que ayuda a que la glucosa entre a las células.
El problema se genera porque en la diabetes tipo 2 las células dejan de responder adecuadamente a la insulina, lo que provoca niveles elevados de azúcar en sangre. Si no se trata adecuadamente puede derivar en complicaciones graves como enfermedades cardiovasculares, daño renal, problemas de visión o amputaciones.
¿Cuál es el vínculo entre la diabetes y el medio ambiente?
En zonas urbanas como la Ciudad de México o Monterrey, la exposición prolongada a partículas finas en el aire se ha relacionado con un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
Dichas partículas pueden generar inflamación crónica, dañar el endotelio (revestimiento de los vasos sanguíneos) y provocar resistencia a la insulina.
En otras palabras, respirar aire contaminado también puede afectar cómo nuestro cuerpo regula el azúcar en sangre.
Estilo de vida urbano: menos movimiento, más riesgo
De igual forma, en muchas ciudades mexicanas, el diseño urbano no favorece el ejercicio cotidiano ni el acceso a alimentos frescos y nutritivos. El sedentarismo, la obesidad y una dieta alta en azúcares y grasas saturadas son consecuencias de un entorno que no está pensado para la salud.
La diabetes tipo 2 está directamente ligada a estos factores, que más allá de lo individual, también tienen una raíz ambiental.
El calor extremo: más allá del cambio climático
Por si fuera poco, y ligado al calentamiento global, las altas temperaturas, cada vez más frecuentes en diversas regiones del país, también influyen en la salud metabólica. El estrés por calor y la deshidratación afectan la función del organismo, reducen la sensibilidad a la insulina y aumentan el riesgo de desarrollar diabetes.
Esto es particularmente preocupante en comunidades vulnerables, donde el acceso al agua potable y a espacios frescos es limitado.
Otros factores: ruido, infecciones y vitamina D
Estudios recientes también exploran otros factores del entorno: el estrés urbano crónico causado por el ruido o la inseguridad puede alterar el equilibrio hormonal; algunas infecciones virales están asociadas al desarrollo de diabetes tipo 1; y la falta de exposición solar, que reduce la vitamina D, también ha sido relacionada con alteraciones en la respuesta inmunológica.